Cuando hace unos días la compañía Turing Pharmaceuticals, con sede en Nueva York, anunció que el fármaco Daraprim, pasó de costar $13.50 a $750, imponiendo un aumento del 5.000%, desató una oleada de críticas y rechazo público.
El medicamento se receta para tratar la toxoplasmosis, para enfermos de VIH/sida con sistemas inmunes comprometidos y para personas que tienen cáncer.
Producir cada pastilla cuesta alrededor de $1, pero según el director de Turing, Martin Shkreli, eso no incluye los costos de marketing y distribución. Aunque después de la revuelta que causó, el martes 22 de setiembre, la farmacéutica anunció que lo rebajaría, sin detallar a cúanto.
Ese mismo día, la pre-candidata demócrata Hillary Clinton (foto, Convención en el Verizon Wireless Center en Manchester, New Hampshire, 19 de septiembre) anunció un plan para limitar los costos de medicamentos con receta, desafiando a la industria farmacéutica y en medio de un ambiente caldeado por las subas en los precios.
El plan de Clinton, entre otras ventajas, permitiría a Medicare “negociar precios más bajos para sus asociados", según sus propias palabras, una estrategia que cree que permitiría ahorrar unos $100 mil millones por año.
Adolescentes abusan de medicamentos
El problema del aumento de los precios de los medicamentos afecta en este momento a millones de personas en el país. La mayoría están cubiertos por los planes de seguro de salud privados. Pero todavía hay 33 millones de ciudadanos sin seguro de salud, según datos del gobierno.
Cualquier persona que vive en EE.UU. está padeciendo el aumento en los costos de los medicamentos, éstos subieron más de un 12% en el año 2014, declaró Clinton. Incluso “las personas mayores que tienen Medicare, suelen pagar parte de sus gastos médicos”, aseguró.
La aspirante a candidata como presidente de la nación sabe que los costos de atención de la salud constituyen un tema social de gran sensibilidad. Muchas personas mayores podrían ir a la quiebra al tener que pagar por su atención médica, se podrían ver forzadas a no poder seguir los tratamientos indicados o bien a tener que reducir las consultas médicas, según Clinton.
Una estrategia para bajar los precios
El plan presentado por Clinton durante un acto de electoral en Des Moines (Iowa), consta de otras tres medidas básicas.
Por un lado, propone establecer un tope en el porcentaje de los ingresos que va a los medicamentos: la idea es que el dinero que tiene que poner el consumidor para costear sus fármacos para enfrentar enfermedades crónicas o muy serias. no supere los $250 mensuales.
Además, el plan tiene como objetivo pedir a las grandes compañías farmacéuticas que reserven una porción considerable de sus ingresos a la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos, e instarlas a que eviten seguir gastando tanto dinero en campañas de promoción con las que bombardean al consumidor.
Clinton también se comprometió a poner fin a la prohibición de que los consumidores estadounidenses compren medicamentos importados, permitiéndolos siempre y cuando éstos cumplan con los requisitos de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) la agencia que regula la venta y consumo en EE.UU.
"Debemos proteger a la clase trabajadora de los costos excesivos", indicó Clinton, quien defiende la reforma del sistema de salud emprendida por el presidente Barack Obama.
Al medir cómo impacta el aumento de los medicamentos en la gente, una encuesta de Consumer Reports de agosto de 2015 sobre más de 1,000 personas, halló que una tercera parte de los estadounidenses se ven afectados por los altos precios de éstos.
La organización estudió y ofreció públicamente alternativas de drogas genéricas para las condiciones más comunes.
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