La sarcopenia es la pérdida progresiva de la masa y fuerza muscular relacionada con la edad.
El síntoma principal de esta afección es la debilidad muscular que puede tener un impacto en la calidad de vida, reduciendo la capacidad de realizar tareas e incluso conduciendo a la dependencia y necesidad de atención a largo plazo. Los investigadores sostienen que ciertos factores, como la inactividad física o dietas poco saludables pueden contribuir a su aparición.
Puntos clave
- La sarcopenia es una afección que se caracteriza por la pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos en los adultos mayores.
- Puede ocasionar caídas, rotura de huesos y otras lesiones graves que afectan la capacidad de la persona para cuidar de sí misma.
- Para retrasar su progresión los expertos recomiedan mantener una alimentación saludable y hacer ejercicio regularmente.
La sarcopenia se caracteriza por la pérdida progresiva y generalizada de masa muscular esquelética y la función muscular (fuerza o rendimiento), generando un mayor riesgo de mala calidad de vida, discapacidad física, caídas, debilidad e incluso la muerte.
Es un síndrome que suele relacionarse con el proceso de envejecimiento, y que está asociado generalmente a la osteoporosis, siendo dos factores que determinan la calidad de vida y la longevidad en adultos mayores.
Si bien todos gradualmente tendemos a perder masa muscular y fuerza a medida que envejecemos, con la sarcopenia se experimenta un proceso más rápido.
Cabe resaltar que la sarcopenia no es lo mismo que la caquexia. En esta última el músculo se ve afectado por la degradación mediada por citoquinas, que ocurre en ciertas enfermedades como cáncer o inmunodeficiencia.
Tampoco es lo mismo que atrofia muscular. Mientras que la sarcopenia provoca la disminución en el tamaño y el número de fibras musculares, con la atrofia muscular ocurre una reducción en el tamaño de las fibras, pero la cantidad de fibras permanece igual.
Los expertos señalan que las tasas de sarcopenia tienden a ser mayores con la edad, se estima que oscila entre 5 y 13% en personas de 60 años o más, y esto puede aumentar a entre 11 y 50% en personas de 80 años o más. La enfermedad puede afectar a todos los sexos por igual, presentando una mayor incidencia en personas con enfermedades crónicas.
Cuáles son los síntomas de la sarcopenia
El rasgo más común de la sarcopenia es la debilidad muscular, sin embargo, otros síntomas pueden incluir:
- Caminar despacio.
- Dificultad para realizar las actividades diarias.
- Disminución del tamaño muscular.
- Falta de equilibrio y caídas.
- Pérdida de resistencia.
- Problemas para subir escaleras.
Pero ¿por qué ocurre la sarcopenia? Al respecto, los investigadores señalan que a medida que envejecemos nuestro cuerpo atraviesa cambios que juegan un papel clave en el desarrollo de esta enfermedad. Por ejemplo, no producimos la misma cantidad de proteínas que los músculos necesitan para crecer (haciendo que las células musculares se vuelven más pequeñas), o se dan cambios en ciertas hormonas, como la testosterona y el factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1), que afectan las fibras musculares.
Aunque el envejecimiento tiende a ser el principal responsable de la sarcopenia, los investigadores han descubierto otros posibles factores de riesgo:
- Artritis reumatoide.
- Desnutrición o ingesta inadecuada de proteínas.
- Disminución de la capacidad para convertir proteínas en energía.
- Disminución en la cantidad de células nerviosas que envían mensajes desde el cerebro a los músculos para indicarles que se muevan.
- Enfermedades crónicas: enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad renal, diabetes, cáncer o virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
- Inactividad física.
- Obesidad.
- Reducción de los niveles hormonales.
- Resistencia a la insulina.
Diagnóstico y tratamiento
Para diagnosticar sarcopenia un profesional de la salud puede realizar exámenes físicos y realizar cuestionarios basados en síntomas autoinformados, llamado SARC-F, que significa:
- S: Fuerza.
- A: Asistencia para caminar.
- R: Levantarse de una silla.
- C: Subir escaleras.
- F: Caídas.
También se puede recurrir a pruebas de fuerza muscular, como:
- Prueba de agarre manual: utilizada para identificar la escasez en la fuerza muscular general.
- Prueba de soporte de silla: utilizada para medir la fuerza de los músculos de las piernas, especialmente los cuádriceps.
- Prueba de velocidad al caminar.
- Batería de rendimiento físico breve (SPPB): realiza tres tareas cronometradas, prueba de soporte de silla, prueba de equilibrio de pie y prueba de velocidad al caminar.
- Prueba Timed-Up and Go (TUG): mide el tiempo que le toma levantarse de una silla, caminar 3 metros lejos de la silla, regresar a la silla y sentarse.
Otras pruebas a las que se puede someter al paciente son:
- Absorciometría de rayos X de energía dual (DEXA o DXA): utiliza rayos X de baja energía para medir la masa muscular, la masa grasa y la densidad ósea.
- Análisis de impedancia bioeléctrica (BIA): mide la grasa corporal en relación con la masa corporal magra.
El tratamiento para la sarcopenia generalmente incluye cambios en el estilo de vida, como adoptar una dieta saludable combinada con ejercicio regular.
Con respecto al uso de los medicamentos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU., no ha aprobado ningún fármaco para tratar la sarcopenia, sin embargo, los investigadores se encuentran estudiando la posibilidad de utilizar suplementos hormonales para aumentar la masa muscular.
¿Se puede prevenir la sarcopenia?
Los expertos señalan que al tratarse de una afección que ocurre como parte del proceso natural del envejecimiento, no es posible prevenir la sarcopenia, aunque sí se pueden tomar medidas con el objetivo de retrasar su progresión. Estas incluyen:
- Mantener una alimentación saludable, rica en frutas, vegetales, legumbres, cereales y carnes magras.
- Hacer ejercicio regularmente, principalmente actividades de resistencia.
- Someterse a exámenes físicos de rutina, esto ayudará a identificar cualquier cambio en la salud o problema en etapas tempranas, lo que incrementa la efectividad de su tratamiento.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Cleveland Clinic, Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel (NIAMS), Instituto Nacional del Cáncer (NCI).