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Los senos, la parte que más rápido envejece

La investigación estuvo a cargo del el profesor de Genética Humana en la Escuela de Medicina de UCLA y de Bioestadística en la Escuela de Salud Pública Fielding de UCLA, Steve Horvath y un equipo de colegas, quienes descubrieron que existe un mecanismo dentro del ADN que funciona de forma similar a un “reloj”, capaz de medir la edad de los tejidos y órganos

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores analizaron los niveles de metilación del ácido desoxirribonucleico (ADN) de casi 8,000 muestras de 51 tipos de tejido y células del cuerpo, además, se comparó la edad biológica de los tejidos y células con su edad cronológica.

Los senos, la parte que más rápido envejece
| Foto: SHUTTERSTOCK

Puntos clave

  • Hallan mecanismo dentro del ADN capaz de medir la edad de los tejidos y órganos.
  • El tejido mamario femenino es de 2 a 3 años más longevo que otros del cuerpo.
  • Las células del corazón pueden ser hasta 9 años más jóvenes de lo esperado.

La metilación, es el cambio químico que experimentan las células a medida que la persona envejece y que modifica el funcionamiento de los fragmentos de ADN. Cada gen se vuelve más o menos metilado, con lo que aumenta o disminuye la expresión del gen.

Envejecimiento a diferente ritmo

De acuerdo con los resultados publicados en la revista científica Genome Bilogy mientras que en la mayoría de las muestras de los distintos tejidos, la edad biológica coincidió con la edad cronológica, en algunos casos se encontraron diferencias significativas.

Por ejemplo, se descubrió que el tejido mamario femenino, envejece más rápido que el resto del cuerpo; “el tejido mamario femenino sano es de 2 a 3 años más longevo que los otros tejidos en un mismo cuerpo” afirmó Hovarth. “Si una mujer tiene cáncer de mama, el tejido sano adyacente al tumor es, en promedio, 12 años más longevo que el resto del cuerpo” añadió.

Los investigadores descubrieron además que las células del corazón pueden ser hasta nueve años más jóvenes de lo esperado, mientras que la edad biológica y cronológica en el cerebro, las neuronas y otras células coinciden casi a la perfección.

El hallazgo sugiere que el reloj biológico corre a una velocidad acelerada durante las primeras dos décadas de vida, luego se ralentiza y mantiene un ritmo continuo. “El tictac del reloj no es constante. Es mucho más rápido cuando nacemos y durante el crecimiento de los niños a adolescentes, y luego disminuye a un ritmo constante al llegar a los 20”, concluyó Horvath.

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