El plasmodium falciparum es el parásito que infecta al 90% de las personas que mueren por malaria y había resultado imposible de combatir, hasta ahora. Por primera vez su composición genética ha sido descifrada, hallazgo que facilitará el desarrollo de medicamentos antipalúdicos más potentes para combatir la enfermedad.
Un grupo de investigadores liderado por científicos de Salud Pública de la Universidad del Sur de Florida (USF) ideó una nueva técnica que pudo procesar la mayoría de los 6,000 genes del P. falciparum. En el estudio, que fue publicado en Science a principios de mayo, los autores explican que abordaron con éxito la adenina y la timina, dos de los cuatro componentes químicos que componen el ADN del microorganismo y que antes habían significado una limitante en la revisión. Los nuevos datos proporcionando una comprensión muy superior de cómo funciona cada gen.
"Este es un avance transformador", dijo el autor principal, John H. Adams, PhD, Profesor Distinguido de la Facultad de Salud Pública de la USF. El genoma del parásito de la malaria ha sido resistente a la mayoría de los métodos de la genética moderna y, finalmente, lograron identificarlos, hecho que “ayudará a guiar y acelerar el futuro desarrollo de medicamentos y vacunas".
La investigación fue financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por su sigla en inglés) y se usaron análisis computarizados avanzados para identificar aproximadamente 2,600 genes que son esenciales para el crecimiento del parásito y la resistencia a los medicamentos antipalúdicos. Se espera que este avance tenga un impacto profundo en la lucha contra la malaria, que infecta a 220 millones de personas en todo el mundo y se cobra 500,000 vidas cada año.
La urgencia de nuevos tratamientos
El tratamiento de la malaria consiste en una combinación de fármacos: uno de acción rápida (llamado artemisinina) y otro de acción más prolongada. De esta manera se garantizaba que los parásitos morían, pero en 2008 el P. falciparum comenzó a hacerse resistente a la artemisinina en regiones Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam.
Una investigación publicada en febrero de este año en la revista médica The Lancet alertaba sobre el rápido aumento del fracaso del tratamiento convencional en estas regiones, a partir de 2013. Los autores animaban a los programas de control de la malaria a monitorizar de cerca las mutaciones genéticas en el parásito portado por los mosquitos para reducir el riesgo de que se hiciera intratable.
La malaria, también conocida como paludismo, es una enfermedad transmitida por mosquitos portadores del parásito P. falciparum. Las personas infectadas experimentan fiebre, escalofríos, vómitos y síntomas similares a la gripe. Si no se trata, puede complicarse hasta el punto de causar la muerte. Aunque en países como Estados Unidos la enfermedad está erradicada, cada año, cientos de millones de personas se infectan. La mayoría de los casos mortales se dan en niños menores de cinco años de edad.
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