La Salmonella es la causa más común de enfermedades transmitidas por alimentos. Las infecciones son todavía más frecuentes durante el verano, no hay vacuna para prevenirlas y el riesgo puede estar dentro de nuestra propia casa: la bacteria se aloja en carnes, pollos, huevos y lácteos. La única forma de cuidar la salud es tomar medidas rigurosas en la cocina.
Los alimentos de origen animal pueden ser foco de Salmonella. Para eliminar una posible contaminación las aves de corral y la carne deben cocerse muy bien, sin dejar partes rosadas en el medio, y si se compran productos lácteos pasteurizados, su consumo es seguro. Tal vez el riesgo mayor lo representan los huevos.
Los huevos no solo son un alimento de gran consumo, también es común que las personas los sirvan poco cocidos en sus platos o los usen crudos para preparar recetas como galletas, helados, glaseados y tiramisú y aderezos como César, salsa holandesa y mayonesa casera. Estas prácticas facilitan el desarrollo de salmonelosis, la infección causada por la salmonella.
La cáscara y la parte interior de huevos, aunque parezcan estar en buen estado, pueden tener bacterias, de hecho, el brote más reciente se originó por este alimento. Fue rastreado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) después de enterarse de que todas las personas que se enfermaron comieron huevos o platos con huevos antes de presentar síntomas. La compañía que los comercializaba, ubicada en el Condado de Hyde, tuvo que retirar del mercado 206 millones de huevos.
Lo que se debe hacer
Si se cocinan y se manipulan de manera apropiada, es seguro consumir huevos. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan comprar los pasteurizados y usarlos en cualquier receta, especialmente en las que van crudos (salsas, aderezos).
Si se van a preparar en algún platillo, debe usarse una temperatura de 160 °F (71 °C) o menos y la yema y la clara deben quedar firmes. Es mejor olvidarse recetas como huevos benedictinos o fritos con el centro a medio cocer.
Si sobra algo del plato o receta a base de huevo y se desea guardar para comer luego, se debe refrigerar rápidamente. Estas comidas no deben dejarse a temperatura ambiente por más de una o dos horas.
Antes y después de manipular huevos crudos y alimentos que los contengan, se deben lavar las manos con agua caliente y jabón. Todos los objetos y utensilios que entraron en contacto con el alimento (mesones, platos, tablas de cortar) deben lavarse de igual manera.
Para almacenarlos, lo recomendable es meterlos en el refrigerador a 40 °F (4 °C) o más. Y si al comprarlos hay alguno sucio o roto, lo mejor es desecharlo.
Las personas que tienen salmonelosis no deben preparar alimentos o servir agua para otros hasta que los síntomas hayan desaparecido /especialmente la diarrea).
Diarrea, fiebre y cólicos abdominales son las señales más comunes de la enfermedad. La mayoría de los casos se recuperan sin tratamiento, pero la infección es más peligrosa para adultos mayores, bebés y personas con el sistema inmunitario debilitado, como pacientes con VIH, diabetes o trasplantados. En esos grupos de riesgo, la salmonelosis puede ser mortal.
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