¿Qué es la enfermedad sexual conocida como Blue Waffle?

En 2010 se viralizó una foto que mostraba una vulva inflamada, de color azul y lastimada.

Esto provocó la difusión de una supuesta enfermedad de transmisión sexual (ETS) llamada Blue Waffle, en alusión a la vagina que se mostraba en la imagen. Lo cierto es que, aunque esta información llegó a difundirse hasta por autoridades estatales, no se trata más que de una noticia falsa.

Mujer buscando información en su celular. | Foto: GETTY IMAGES

¿Qué es la Blue Waffle?

La Blue Waffle o enfermedad del wafle azul tiene su origen en 2010, cuando se comenzaron a difundir imágenes de un wafle azul con un texto que te desafiaba a encontrar la imagen en el buscador de Google.

Esto llevó a que muchas personas se encontraran con la imagen de una vagina azulada que parecía verse afectada por una infección bacteriana. Este fenómeno desencadenó mucho temor y preocupación en las adolescentes, aunque también llegó a ocupar la atención de distintas autoridades estatales estadounidenses y asociaciones civiles.

En Internet, se adjudicaban diferentes causas a esta supuesta nueva ETS, que iban desde una mala higiene hasta tener relaciones sexuales frecuentes.

Distintas organizaciones exigían información sobre esta nueva ETS, sin embargo, pronto fue descartada por diferentes expertos y señalada como una noticia falsa o mito de Internet.

Los profesionales de la salud coincidieron en que no existe una enfermedad como Blue Waffle en el mundo médico. Tampoco existen ETS que puedan causar decoloración de los genitales externos.

Este rumor originado en Internet sirvió para reflexionar acerca del peligro que implica la información errónea sobre la salud sexual, especialmente en personas de 15 a 25 años. Esto se debe a que son más propensos a contraer una ETS.

¿Qué es una ETS?

Las ETS son infecciones afectan a nuestro organismo y suelen trasmitirse por vía sexual, donde además del semen y los fluidos vaginales, la sangre y otros líquidos corporales pueden causar el contagio.

También existen vías no sexuales, como el contagio de madre a hijo durante el embarazo o el parto, las transfusiones de sangre o el uso de agujas compartidas.

Aunque las ETS son infecciones que pueden afectar a todas las personas, existen distintos factores que pueden favorecer su aparición:

  • Abusar del alcohol o drogas recreativas.
  • Ser joven.
  • Tener antecedentes de ETS.
  • Tener relaciones sexuales con varias parejas.
  • Tener relaciones sexuales sin protección.
  • Utilizar medicamentos que tratan la disfunción eréctil.

¿Cuáles son las causas de la ETS?

Muchas veces las ETS pueden ser asintomáticas, por lo que es difícil saber si se tiene una infección, aunque de todas formas se la puede transmitir. En caso de que se presenten síntomas, estos incluyen:

  • Ampollas o llagas en o alrededor de la boca
  • Dolor abdominal.
  • Fiebre.
  • Micción frecuente o dolorosa. 
  • Llagas o verrugas en el área genital. 
  • Olor vaginal anormal.
  • Picazón, dolor o sangrado anal.
  • Picazón y enrojecimiento en el área genital. 
  • Secreción inusual del pene o la vagina.

Un profesional de la salud puede diagnosticar la ETS mediante exámenes microscópicos de llagas o líquidos extraídos de la vagina, pene o ano, y análisis de sangre.

¿Cómo prevenir la ETS?

Se conocen más de 30 parásitos, virus y bacterias que transmiten infecciones por contacto sexual. De ellos, 8 se han vinculado a la incidencia de ETS: sífilis, gonorrea, clamidiasis y tricomoniasis (actualmente curables), y hepatitis B, virus del herpes simple, virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y virus del papiloma humano (VPH) (incurables).

Contra estas últimas existen tratamientos que pueden aliviar los síntomas o la enfermedad. Sin embargo, los expertos coinciden en que la mejor forma de enfrentar a las ETS es mediante la prevención. Para ello, ten en cuenta los siguientes consejos:

  • Usar condones de látex o poliuretano.
  • Usar protectores bucales. 
  • Realizar exámenes de rutina frecuentemente. 
  • Respetar los calendarios de vacunación.

Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Clínica Mayo, Organización Mundial de la Salud (OMS).