Para determinar cuántas semanas de gestación suponen un parto más seguro y con un menor riesgo para la madre y el bebé, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) realizaron un amplio estudio.
Así, llegaron a la conclusión de que inducir el trabajo de parto a las 39 semanas, puede reducir la probabilidad de una cesárea.
Durante la investigación, se halló que las madres primerizas saludables cuyo trabajo de parto fue inducido en la semana 39 del embarazo, tenían menos probabilidades de dar a luz por cesárea, en comparación con las que esperaban que el trabajo de parto comenzara de forma natural.
Los investigadores también encontraron que los bebés nacidos de partos inducidos a las 39 semanas tenían menos probabilidades de experimentar muerte fetal intrauterina, muerte en el nacimiento u otras complicaciones graves, en comparación con los bebés nacidos de mujeres cuyo parto no fue inducido. Los resultados del estudio se publicaron en New England Journal of Medicine.
"Antes de este estudio, existía la preocupación de que la inducción del parto aumentara las posibilidades de parto por cesárea", dijo la autora, Dra. Uma Reddy, de la Subdivisión de Embarazo y Perinatología del Instituto Nacional de Salud Infantil Eunice Kennedy Shriver de los NIH (NICHD). Sin embargo, "Nuestro análisis sugiere que la inducción electiva a las 39 semanas se asocia con una menor tasa de parto por cesárea y no aumenta el riesgo de complicaciones mayores para los recién nacidos" afirmó la experta.
¿Es seguro el parto por cesárea?
Aunque el parto por cesárea es seguro para la madre y el bebé, es una cirugía mayor y conlleva riesgos. Lleva más tiempo recuperarse de una cesárea, en comparación con el parto vaginal, y la cirugía puede aumentar el riesgo de problemas con el parto vaginal en futuros embarazos.
La inducción del trabajo de parto inducido (cuando no hay necesidad médica de hacerlo) antes de las 39 semanas, es conocido por presentar riesgos para la salud de los recién nacidos. Sin embargo, la inducción a las 39 semanas, o una semana antes de la fecha de parto, se ha vuelto más común en los últimos años, dijo Reddy.
El NICHD financió el estudio actual para determinar los riesgos y beneficios potenciales de la inducción electiva a las 39 semanas, en comparación con el manejo expectante, o esperar que el trabajo de parto comience de manera natural, contando con profesionales de la salud que intervengan si se presentan problemas.
Cómo se hizo el estudio
Se inscribieron a más de 6,000 mujeres embarazadas en 41 hospitales que participan en la Red de Unidades de Medicina Materno-Fetal apoyada por el NICHD.
Aproximadamente la mitad de las mujeres fueron asignadas al azar para tener su trabajo de parto inducido en la 39°semana de embarazo; las mujeres restantes recibieron manejo expectante.
Los investigadores compararon los nacimientos entre los dos grupos en términos de una medida llamada “resultado primario”, una tabla que incluyó la muerte del bebé durante o después del nacimiento; la necesidad del recién nacido de soporte respiratorio; convulsiones, infección, trauma (lesión) o hemorragia en el nacimiento; y otras complicaciones del parto.
El resultado primario ocurrió en 4.3% en grupo de trabajo inducido y un 5.4% del grupo de manejo expectante, una diferencia que no fue estadísticamente significativa.
Sin embargo, la proporción de partos por cesárea fue significativamente menor para el grupo inducido (18.6%), en comparación con el otro grupo (22.2%). Del mismo modo, la tasa de trastornos de la presión arterial de la mujer en el embarazo, fue significativamente menor en las mujeres que fueron inducidas al parto (9.1%), en comparación con el otro grupo (14.1%).
Los investigadores de los NIH estiman que se podría evitar un parto por cesárea por cada 28 madres primerizas de bajo riesgo sometidas a inducción electiva a las 39 semanas.
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