Si una mujer embarazada contrae una infección por citomegalovirus, la puede transmitir a su bebé. Esta afección congénita causa defectos de nacimiento y serios problemas de salud, la gran dificultad es detectarla a tiempo, pues no suele dar señales ni en las madres ni en los recién nacidos.
Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se estima que uno de cada 200 niños nace con citomegalovirus congénito (CMV) y, aproximadamente, uno de cada cinco de ellos tendrá defectos de nacimiento y complicaciones de salud a largo plazo. La enfermedad se desarrolla cuando un bebé en gestación contrae la infección a través de la placenta de su madre, que puede que no tenga síntomas ni sepa que es portadora del virus.
Bajo peso al nacer, inflamación de la retina, piel amarillenta, así como la parte blanca de los ojos (ictericia), convulsiones, erupción cutánea (desde el momento del nacimiento) y cabeza de tamaño pequeño son los síntomas evidentes de los bebés infectados con CMV que describen en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
En exámenes clínicos también se podrían detectar complicaciones en el bazo y en el hígado y depósitos de minerales en el cerebro. Pero, al igual que las madres portadoras, la mayoría de los casos son asintomáticos.
Los bebés que presentan signos de CMV al nacer tienen más probabilidades de presentar problemas de salud a largo plazo, como pérdida auditiva, discapacidad intelectual, pérdida de la visión, convulsiones, falta de coordinación o debilidad. Sin embargo, hasta en casos que no han presentado síntomas podría ocurrir la pérdida auditiva o presentarla más adelante.
Posible prevención y tratamiento oportuno
Evitar el CMV no es fácil. No es común que se indique hacer un test para detectar el virus a una embarazada, ya que, según los CDC, estas pruebas no pueden predecir si el bebé en gestación se infectará o si tendrá problemas de salud de largo plazo.
Pero el riesgo de contraer el CMV se puede reducir si la futura madre evita el contacto con la saliva y la orina de bebés y de niños pequeños. Como formas de prevención, los CDC recomiendan que si la mujer está en contacto con niños o bebés no los bese en los labios, ni comparta alimentos o cubiertos con ellos y que se lave las manos después de cambiarle pañales, en caso de que lo haga.
Apenas los padres noten síntomas y su hijo sea diagnosticado, deben buscar un tratamiento lo antes posible. A algunos bebés les recetan medicamentos antivirales para disminuir reducir la gravedad de sus problemas de salud y de la pérdida auditiva; en algunos casos, esta terapia tiene efectos secundarios.
A los niños con citomegalovirus congénito se les deben hacer chequeos de la audición con regularidad y tratarlos con terapia del habla y terapia ocupacional. Este abordaje ayuda a garantizar el desarrollo de sus destrezas lingüísticas, sociales y comunicacionales. Mientras más pronto comiencen las terapias y los tratamientos, mayores serán los beneficios en la salud del pequeño.
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