Al inicio de la pandemia muchos expertos empezaron a advertir sobre los potenciales riesgos de una infodemia, es decir, la sobreabundancia de información ambigua, imprecisa e incluso errónea, que puede poner en riesgo la salud física y mental de la población.
En este contexto se potenció el uso "milagroso" del dióxido de cloro, un gas amarillo o amarillo-rojizo que se descompone rápidamente en el aire y se utiliza como blanqueador en las fábricas de papel o en las plantas que producen agua potable. También se usa para descontaminar edificios públicos.
El dióxido de cloro puede disolverse en agua y formar cloritos de sodio, ambos son compuestos que reaccionan rápidamente con otras sustancias.
Esa alta reactividad le permite eliminar bacterias y otros microorganismos. Por eso, diferentes compañías comenzaron a comercializar productos medicinales engañosos y peligrosos a base de dióxido de cloro, realzando sus propiedades antivirales y antibacterianas.
En 2010, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FDA) emitió sus primeras advertencias a los consumidores sobre estos productos, a los que se conoce como MMS, siglas en inglés para: Solución Mineral Milagrosa, Solución Mineral Maestra, Suplemento Mineral Milagroso.
Quienes comercializan estos productos peligrosos también afirman (sin ningún respaldo científico) que actúan de forma efectiva para tratar una gran variedad de condiciones, como autismo, cáncer, gripe, hepatitis, o VIH/SIDA.
Desde que comenzó la pandemia, la COVID-19 se sumó a la lista de enfermedades que los remedios a base de dióxido de cloro prometen tratar.
Por qué es peligroso el dióxido de cloro
La "solución mineral milagrosa" consiste en un líquido que contiene un 28% de clorito de sodio en agua destilada. Las instrucciones de estos productos explican que la solución debe mezclarse con ácido cítrico, por ejemplo jugo de limón, u otro tipo de ácido antes de beberla.
El objetivo de esta mezcla es convertir el producto en dióxido de cloro y así "evitar que el virus entre al cuerpo, o aliviar los síntomas en quienes ya están contagiados".
Lo cierto es que el dióxido de cloro y el clorito de sodio reaccionan rápidamente en agua y en los tejidos del cuerpo.
Se ha registrado que esta exposición puede provocar:
- Conteo sanguíneo bajo.
- Deshidratación.
- Diarrea.
- Insuficiencia hepática aguda.
- Irritación en la boca, esófago o estómago.
- Presión arterial baja.
- Problemas respiratorios o falta de aliento.
- Problemas para que la sangre transporte oxígeno a través del cuerpo.
- Ritmos anómalos o letales del corazón.
- Vómitos.
Advertencias de las autoridades
El dióxido de cloro se usa como desinfectante ya que se descompone rápidamente en el aire, mientras que en el agua se transforma en clorito de sodio.
Por este motivo, es que muchos especialistas no consideraban un problema serio la posible exposición a este compuesto, siempre que se respetaran los cuidados recomendados al momento de manipularlo.
Con la nueva tendencia de consumirlo por voluntad propia, la situación cambió y la ingesta de dióxido de cloro se convirtió en un verdadero problema para las autoridades sanitarias.
En Estados Unidos se realizaron advertencias a las compañías que comercializan productos engañosos y peligrosos de dióxido de cloro para la prevención o el tratamiento de COVID-19.
"Seguimos tomando medidas y manteniendo nuestros esfuerzos por monitorear los tratamientos fraudulentos durante esta emergencia de salud, y recordar al público que busque la ayuda médica de sus proveedores de atención de la salud", señaló a mediados de 2020 el doctor Stephen Hahn, comisionado de la FDA.
En México, así como en otros países, algunas aseguradoras informaron que sus asociados que los efectos o complicaciones derivadas de la ingesta de dióxido de cloro como terapia preventiva, quedaba fuera de la cobertura médica.
En Colombia, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) aseguró que no recibió solicitudes para realizar estudios clínicos sobre la seguridad y eficacia del dióxido de cloro en el tratamiento de la COVID-19.
También advirtió que el dióxido de cloro no es reconocido como medicamento por ninguna agencia sanitaria, ni tampoco se encuentra incluido en norma farmacológica.
Debido a la circulación de información en redes y medios digitales sobre las bondades de consumir dióxido de cloro (especialmente contra el coronavirus), la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica de Argentina (ANMAT) también recordó que el producto o sus soluciones no cuentan con estudios que demuestren su eficacia y tampoco cuenta con su autorización para comercializarse.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), a su vez, dijo que el consumo de soluciones de clorito de sodio y dióxido de cloro supone un grave riesgo para la salud y no se recomienda en ninguna circunstancia.
Hasta la fecha, no se ha probado que las soluciones de dióxido de cloro o clorito de sodio sean seguras ni efectivas para ningún tratamiento.
Su ingesta o inhalación puede ocasionar graves efectos adverso, por lo que se aconseja evitarla y seguir las recomendaciones de los especialistas para prevenir cualquier tipo de problema.
Fuentes consultadas: Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FDA), Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Organización Mundial de la Salud.
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