Accidente cerebrovascular (ACV), infarto cerebral, ictus o stroke, son distintos nombres que se usan para referirse a una afección que ocurre cuando se detiene el flujo de sangre a una parte del cerebro.
Si el flujo sanguíneo se detiene por más de unos pocos segundos, el cerebro no recibe los nutrientes y oxígeno que necesita, por lo que las células cerebrales pueden morir, causando daño permanente. Aquí repasamos los mitos más comunes acerca de este problema que representa la segunda causa de muerte en el mundo y cada año sufren más de 15 millones de personas.
Puntos clave
- El ACV es una afección que ocurre cuando se bloquea el flujo de sangre hacia una parte del cerebro. Se estima que cada año lo sufren más de 15 millones de personas en el mundo.
- Aunque la presión arterial alta es la principal responsable de que ocurra, otros factores de riesgo importantes son la diabetes, edad, antecedentes familiares y obesidad.
- Un ACV puede ser tratado con éxito, pero para ello es fundamental que la persona afectada acceda a atención médica lo antes posibles tras presentar síntomas.
Mito 1: El ACV es una afección cardíaca
Esta es una duda muy común debido a que el ACV está relacionado con factores de riesgo cardiovascular, sin embargo, tiene lugar en el cerebro, no en el corazón.
Incluso es normal que se lo confunda con un ataque cardíaco, pero esto es incorrecto, ya que en el ACV se bloquea el flujo de sangre a una parte del cerebro, mientras que, en el ataque cardíaco, se bloquea el flujo de sangre hacia el músculo del corazón.
Mito 2: El ACV solo afecta a los adultos mayores
Es cierto, la edad es un factor de riesgo muy importante para el ACV, se estima que el riesgo se duplica cada década después de los 55 años. Sin embargo, y cómo ocurre con otros problemas asociados a los adultos mayores, un ACV puede ocurrir a cualquier edad.
Los investigadores advierten que muchos factores de riesgo del ACV, como tabaquismo, beber alcohol en exceso, trastornos de los lípidos u obesidad, están muy presentes en poblaciones jóvenes.
Mito 3: El ACV no provoca síntomas
Investigaciones recientes hallaron que los ACV asintomáticos son más comunes de lo que se cree, sin embargo, esta es una afección que se caracteriza por provocar síntomas.
Estas señales dependerán de la parte del cerebro que esté dañada. Generalmente, se presentan de forma súbita y sin aviso, aunque también pueden ocurrir de forma intermitente. Estos incluyen:
- Confusión y dificultad para hablar o entender el habla
- Dificultad para ver en uno o ambos ojos.
- Dificultad para caminar, incluidos mareos, pérdida de equilibrio y falta de coordinación.
- Dolores de cabeza severos.
- Entumecimiento o debilidad en la cara, brazo, pierna o en un lado del cuerpo.
- Alteraciones en el tacto, gusto, olfato y audición.
- Cambios emocionales.
Existe una sigla en inglés (F.A.S.T.) que facilita recordar las señales de un ACV y lo que se debe hacer en caso de creer que ha ocurrido. F.A.S.T. son las siglas en inglés de:
- FACE (Cara): Pide a la persona que sonría. Revisa si uno de los lados de la cara cuelga.
- ARMS (Brazos): Pide a la persona que levante ambos brazos. Revisa si un brazo se desplaza hacia abajo.
- SPEECH (Habla): Pide a la persona que repita una oración simple. Revisa si arrastra las palabras y si la frase se repite correctamente.
- TIME (Tiempo): Si la persona presenta alguno de estos síntomas, el tiempo es esencial. Llama cuanto antes al número local de emergencias para obtener asistencia urgente.
Con respecto a los ACV asintomáticos, se los logra identificar cuando los pacientes reciben resonancias magnéticas. Aunque no produzcan síntomas, estos ACV se deben tratar de la misma forma que aquellos que sí los provocan, dirigiéndose cuanto antes a un hospital o centro de atención médica.
Mito 4: Un ACV ocurre a causa de la presión arterial alta
Efectivamente, la presión arterial alta o hipertensión es el principal factor de riesgo para los ACV. Sin embargo, hay otros factores que son muy importantes y deben controlarse:
- Antecedentes familiares de ACV.
- Diabetes.
- Frecuencia cardíaca irregular, llamada fibrilación auricular.
- Ser hombre.
- Ser mayor de edad (a partir de los 55 años).
- Tener historial de ACV previos o accidentes isquémicos transitorios (que ocurren cuando la sangre fluye a una parte del cerebro que se detiene por un período breve).
- Tener sobrepeso u obesidad.
Mito 5: No se puede tratar un ACV
Una creencia muy extendida, pero no por ello cierta, es que los ACV son afecciones intratables. Para que el tratamiento sea exitoso es necesario que la persona que experimenta síntomas de un ACV llegue al hospital lo más rápido posible. Allí, los profesionales de la salud pueden recurrir a diferentes opciones dependiendo la causa del ACV:
- Usar anticoagulantes: como heparina, warfarina (Coumadin), ácido acetilsalicílico (aspirin) o clopidogrel (Plavix).
- Usar medicamentos para controlar los factores de riesgo: como presión arterial alta, diabetes e hipercolesterolemia (niveles de colesterol elevados), entre otros.
- Recurrir a procedimientos especiales o cirugía: como trombectomía mecánica, para aliviar los síntomas o prevenir más accidentes cerebrovasculares.
- Administrar nutrientes y líquidos.
Mito 6: No hay nada que hacer para prevenir un ACV
Este es otro mito al que los profesionales de la salud responsabilizan de la gran incidencia de los ACV en la población. Para descartar esta idea, los expertos explican que la hipertensión, hipercolesterolemia, consumo excesivo de alcohol, estrés, tabaquismo, obesidad, diabetes, traumatismo en la cabeza o el cuello y arritmias cardíacas son los factores de riesgo más comunes de un ACV.
Con ello, buscan mostrar que la gran mayoría se pueden modificar manteniendo un estilo de vida saludable, que incluya una dieta sana y equilibrada, ejercicio frecuente, patrones de sueño regular y visitas al médico anualmente (mínimamente). De esta forma, se minimiza la probabilidad de padecer un ACV.
Mito 7: El ACV no deja secuelas
El ACV representa la primera causa de discapacidad en adultos a nivel mundial. Aunque no todas las personas que sufren un ACV tienen debilidad o parálisis, se estima que más de la mitad de los sobrevivientes de 65 años o más muestran una movilidad reducida.
El impacto a largo plazo de un ACV también depende de otros factores, como el área del cerebro dañada. Si afecta el lado izquierdo del cerebro los efectos pueden incluir:
- Comportamiento lento.
- Parálisis en el lado derecho del cuerpo.
- Pérdida de memoria.
- Problemas del habla y lenguaje.
Si afecta el lado derecho del cerebro los efectos pueden incluir:
- Comportamiento acelerado.
- Parálisis en el lado izquierdo del cuerpo.
- Pérdida de memoria.
- Problemas de la vista.
Mito 8: No es posible recuperarse de un ACV
Muchas veces se asegura que no hay recuperación posible tras un ACV, pero lo cierto es que, aunque puede llevar meses e incluso años, muchos pacientes logran mejorías significativas en muchos o todos sus síntomas. Según estima la Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares:
- 10% de los sobrevivientes se recupera casi por completo.
- 10% de los sobrevivientes requiere atención en un asilo o centro de atención.
- 25% de los sobreviviente se recupera con lesiones menores.
- 40% de los sobrevivientes experimenta impedimentos moderados a severos.
Para recordar:
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado.
No abandones ni modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o complementarias.
Recuerda, las propiedades medicinales de las hierbas y suplementos también pueden interactuar con los fármacos recetados, con otras hierbas y suplementos, e incluso alterar tu dieta.
Fuentes consultadas: Asociación Americana del Corazón, Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares, Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo.