Ralph Poland sufrió dos derrames cerebrales durante una cirugía de corazón, quedó en estado vegetativo y cuando recobró el conocimiento, los médicos dijeron que no volvería a caminar. No se conformó con el pronóstico, se sometió a largos procesos de rehabilitación y, finalmente, logró andar y valerse por sí mismo, aunque todo lo hacía demasiado lento y le resultaba muy difícil debido a sus lesiones.
En una de las sesiones de su grupo de apoyo en Portland, Poland supo que estaban probando una nueva tecnología que, con sensores, un software, música y un teléfono inteligente, podía ayudarlo. Decidió probar y no se arrepintió.
Conectaron los sensores en sus zapatos para definir las características de su marcha, mientras escuchaba música con auriculares durante un rato. Basándose en la información de los sensores, el software ajustó el tempo de la música y la aceleró. El aumento en el ritmo hizo que automáticamente Poland comenzara a caminar más rápido: "No lo piensas, simplemente lo haces. Es asombroso".
El paciente de 64 años dijo que gracias a la nueva tecnología logró hacer lo que había sido un imposible desde que tuvo el derrame, hace poco más de una década: aprender a caminar otra vez. Su caso fue reseñado en medios locales, como el Portland Press Herald.
Además de disfrutar de sus propios resultados, Poland vio cómo otros pacientes con parálisis que él conocía de su grupo de apoyo obtuvieron respuestas "asombrosas" con la terapia.
Cómo influye la música en el cerebro y el movimiento
El cambio en el tempo de la música desencadena una respuesta neurológica subconsciente que ayuda al paciente a caminar con rapidez y facilidad y, si se usa repetidamente, los efectos se mantienen, incluso cuando no hay música. Así resume la dinámica de la terapia Brian Harris, creador de MedRhythms, una startup de Portland que usa esta tecnología para ayudar a las personas que han sufrido lesiones cerebrales a recuperar la función de caminar.
Harris es musicoterapeuta certificado por el Spaulding Rehabilitation Hospital de Boston y dice que ha sido testigo del poder de la musicoterapia neurológica. Esta se puede utilizar para mejorar permanentemente la velocidad, la estabilidad de la marcha de un paciente y su equilibrio y reducir el riesgo de caídas.
Varios estudios han demostrado que las mismas áreas del cerebro que controlan el caminar también se activan por la música y el ritmo. Y un fenómeno natural conocido como neuroplasticidad permite que la musicoterapia neurológica altere permanentemente un cerebro dañado para mejorar la marcha en el largo plazo.
Harris llevó estos principios a una aplicación móvil para que la terapia estuviera disponible para más personas. Sin embargo, su sistema aún no ha sido aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Gracias a una ronda de inversión privada de 5.3 millones de dólares, va a desarrollar y lanzar una plataforma terapéutica digital para ayudar a más personas con lesiones y enfermedades neurológicas. Para poder llevar a cabo el plan, debe iniciar un proceso de ensayos clínicos para obtener la aprobación de la FDA.
Esta tecnología también podría ser útil para ayudar a mejorar otras habilidades, como el lenguaje, la memoria, la atención y la cognición.
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