La ansiedad es una respuesta perfectamente normal, al menos hasta que se vuelve extrema y comienza a interferir con las actividades diarias.
En muchos casos, puede generar algo más que un desmedido temor, y causar tensión y dolor generalizado. Aquí repasamos qué dice la ciencia sobre estos dos problemas.
La ansiedad es una reacción de nuestra mente y cuerpo ante situaciones estresantes, peligrosas o simplemente desconocidas, según explica la Asociación Estadounidense de Ansiedad y Depresión (ADAA). Puede verse acompañada por sensaciones de angustia, inquietud o temor.
Los especialistas aseguran que un cierto nivel de ansiedad es positivo, ya que nos ayuda a ser conscientes de nuestro entorno. Pero, cuando este estado de alerta se vuelve excesivo puede generar un efecto desgastante.
A esta situación se la denominada como trastorno de ansiedad generalizada.
Diferentes investigaciones encontraron que, entre las consecuencias que provoca esta afección, se encuentra el dolor crónico.
Por ejemplo, en 2017 un estudio publicado en Journal of Affective Disorders halló que este tipo de dolor aflige a más de las mitad de los adultos que tienen ansiedad o depresión. Los autores del trabajo llegaron a esa conclusión tras analizar a más de 5.000 pacientes.
"La enfermedad crónica junto con un trastorno psiquiátrico es un problema urgente que los proveedores de salud deben tomar en cuenta al diseñar intervenciones preventivas y servicios de tratamiento, sobre todo para la pesada carga de salud mental que experimentan los que tienen dos o más enfermedades crónicas", señaló la doctora Silvia Martins, profesora asociada de epidemiología en la Universidad de Columbia y autora principal de la investigación.
A pesar de que la relación de la ansiedad con el dolor es ampliamente estudiada, se desconoce con certeza de que manera puede causarlo.
Aunque existen algunas hipótesis. Una de ellas quedó plasmada en un trabajo publicado en The Journal of Pain, que encontró tras analizar a más de 4.000 voluntarios que existe una relación entre la ansiedad y el dolor del trastorno de la articulación temporomandibular.
Este es un problema que afecta a los músculos y articulaciones que conectan a la mandíbula baja con el cráneo.
El doctor Stefan Kindler, autor principal del trabajo, explicó que la ansiedad podría llevar a una mayor actividad de los músculos de la mandíbula, provocando así inflamación y dolor.
También aseguró que es posible que desequilibrios químicos en los cerebros de las personas ansiosas puedan llevar a un procesamiento anómalo de la sensación de dolor.
Otros investigadores sostienen que el temor constante que produce el trastorno de ansiedad generalizada puede llevar a exacerbar las conductas defensivas, generando una gran variedad de cambios físicos, como mayor sudoración, respiración agitada y aumento del ritmo cardíaco, culminando en un dolor universal.
Cómo combatir este problema
La evidencia científica señala que un trastorno de ansiedad junto con dolor crónico es difícil de tratar ya que quiénes lo padecen podrían, entre otras cosas, ser más sensibles o temerles a los efectos secundarios de los medicamentos o tratamientos.
Sin embargo, la ADAA informa que no hay por qué temer a estas opciones al momento de aliviar o prevenir esta afección.
En el caso de los medicamentos, se puede recurrir a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS):
- Citalopram (Celexa).
- Escitalopram (Lexapro).
- Fluoxetina (Prozac).
- Paroxetina (Paxil, Pexeva).
- Sertralina (Zoloft), Vilazodona (Viibryd).
También se puede optar por ansiolíticos o antidepresivos, siempre y cuando se consulte antes a un profesional para que evalúe cual es la mejor opción.
Otras alternativas son las terapias cognitivo-conductuales o las técnicas de relajación, que ayudan a las personas a desarrollar la capacidad de hacer frente a las tensiones producto de la ansiedad o el dolor. Las más comunes son el reentrenamiento de la respiración o la relajación muscular progresiva.
También se probó la efectividad de algunos tratamientos complementarios o alternativos, como el yoga, acupuntura o masoterapia.
Incluso un estudio halló que la música relajante tendría un efecto similar al de las benzodiazepinas, medicamentos que se utilizan como sedantes para la ansiedad preoperatoria.
Sin embargo, los especialistas coinciden que el principal cambio para combatir la ansiedad y aliviar el dolor que genera, debe pasar por el estilo de vida.
Esto incluye realizar ejercicio regularmente, dormir de noche entre 7 y 8 horas, y alimentarse correctamente, evitando la cafeína o el alcohol e incluyendo vegetales, frutas y cereales.
Fuentes consultadas: Asociación Estadounidense de Ansiedad y Depresión (ADAA), Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Instituto Nacional de la Salud Mental.