Hace un par de años, diversos ensayos clínicos habían señalado que el ejercicio regular podría ser la mejor medicina para las personas mayores que se enfrentaban con un diagnóstico de demencia. Esta semana, una investigación publicada en la revista BMJ confrontó esta idea.
Científicos de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, llevaron a cabo un nuevo estudio y los resultados mostraron que el ejercicio, de moderada a alta intensidad, no desacelera el deterioro cognitivo en las personas mayores con demencia.
"Me decepcionaron los resultados, aunque probablemente no me sorprendió del todo. Creo que sería justo decir que la demencia es un problema difícil de solucionar", dijo a The Guardian la profesora Sarah Lamb, autora principal del reporte, de la Universidad de Oxford.
La demencia es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria. Aunque afecta principalmente a las personas mayores, no constituye una consecuencia normal del envejecimiento.
A nivel mundial, unas 50 millones de personas padecen demencia, y cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La enfermedad de Alzheimer, que es la forma más común de demencia, acumula entre un 60% y un 70% de los casos.
Nuevo ensayo
Casi 500 personas con demencia, con un promedio de edad 77 años, se ofrecieron como voluntarios para formar parte del nuevo ensayo, y a 329 se les asignó un programa de ejercitación, mientras que 165 recibieron atención habitual.
Los del grupo de ejercitación, que fue personalizado de acuerdo a su estado físico, hicieron dos sesiones de gimnasio por semana de 60 a 90 minutos, que incluían ejercicios como andar en bicicleta estática y levantamiento de pesas. También se les pidió que hicieran una hora más de actividad física por semana en sus hogares.
Los resultados mostraron que las personas que habían tenido demencia durante dos o tres años podían seguir instrucciones de ejercicio simples y mejorar su condición física y fuerza muscular.
"Pero estos beneficios no se traducen en mejoras en el deterioro cognitivo", dijo Lamb.
Valor limitado
Después de 12 meses, los investigadores encontraron que aquellos que llevaron a cabo el programa de ejercicios tenían puntajes cognitivos peores, una medida de sus capacidades de pensamiento y racionalización, que aquellos que no lo siguieron. El ejercicio los puso más en forma, lo que fue útil en su vida diaria, pero no frenó el progreso de la enfermedad.
"No queremos alarmar a las personas con demencia y a sus familias. Usamos un programa de ejercicio muy especializado. Sabemos que el ejercicio suave es bueno para ellos. No queremos que la gente deje lo que está haciendo ", destacó Lamb.
El profesor Martin Rossor del University College London dijo que los resultados no eran sorprendentes dado que la degeneración de las células cerebrales comienza muchos años antes que los síntomas en la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo.
"Por lo tanto, el mensaje de que el ejercicio es bueno permanece, pero comenzar un régimen de ejercicio una vez que la enfermedad está bien establecida puede tener un valor limitado", agregó.