Un nuevo estudio pone el foco en lo que podría convertirse en otra epidemia nacional: el consumo de benzodiacepinas.
En los últimos años, la crisis de los opioides ha ganado miles de titulares y con razón, ya que solo en 2017 las sobredosis de este medicamento fueron la causa de 70,237 muertes, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Sin embargo, a la sombra de los opioides, otras drogas, permitidas y no, han estado resurgiendo en silencio. La ilegal es la metanfetamina. La legal son las benzodiacepinas.
El nuevo trabajo de la División de Medicina Interna y Atención Primaria del Brigham and Women Hospital, en Boston, analizó este problema y concluyó que las visitas médicas en las que el paciente sale con una receta de benzodiacepinas en la mano se duplicaron entre 2003 y 2015.
Y aunque se recomienda que estas medicinas se utilicen por un corto plazo, la mitad de los pacientes las están consumiendo por largo tiempo.
Otros estudios han destacado el aumento de muertes por sobredosis de "benzos" —como se las llaman en la jerga médica— de 0.6 por cada 100,000 personas en 1999 a 4.4 por cada 100,000 en 2016.
Además, otro dato alarmante que arrojó un reporte reciente de los CDC: las muertes de mujeres adultas por sobredosis de benzodiacepinas aumentaron ocho veces entre 1996 y 2017.
Las benzodiacepinas son una familia de populares medicamentos que incluye al Valium, Xanax, Diazepam, Lorazepam, entre otros, que se utilizan para tratar un amplio espectro de trastornos. Entre ellos: ansiedad, ataques de pánico, insomnio, y convulsiones.
Se los conoce también como ansiolíticos, ya que causan un efecto de relajación en el paciente.
"Este aumento del consumo está ocurriendo despacio, fuera del ojo público", dijo el doctor Sumir Agarwal, quien lideró el estudio del Brigham. Agregó que las benzodiacepinas son adictivas (muy similares a los opioides), y causan un ritmo respiratorio lento, alterando el sistema nervioso y mental. Y su consumo excesivo puede causar la muerte por sobredosis.
Para alcanzar sus resultados, los investigadores analizaron información del National Ambulatory Medical Care Survey que clasifica a nivel nacional el total de visitas médicas, las razones de las citas médicas y las recetas que derivan de esas consultas.
Curiosamente, los que más recetaron benzodiacepinas no fueron los psiquiatras, sino los médicos de atención primaria.
La conclusión del nuevo estudio es simple: hay que comenzar a discutir estrategias, y a hacerse cargo del problema.
Los investigadores destacan que, aunque se trata de medicamentos muy populares, hay pocas normas que regulen el uso de las benzodiacepinas. Los médicos coinciden en que es una droga que, en el marco clínico adecuado, puede ser muy útil y efectiva, cuando se la receta a corto plazo.
Sin embargo, su consumo excesivo puede ser llevar a la muerte.
Abordar el problema con este medicamento en una etapa temprana, antes que llegue a manos del paciente, es crítico para prevenir que se transforme en un problema de salud pública mayor.
Fuentes: National Institute on Drug Abuse, CDC, JAMA Network.