Cada 40 segundos, una persona en EE.UU. tiene un accidente cerebrovascular (ACV) y son los adultos mayores quienes sufren aproximadamente dos tercios de estos bloqueos temporales del flujo de sangre al cerebro. Pero muchos de estos ataques cerebrales pueden evitarse: conoce lo que puedes hacer, según el consejo de especialistas.
10 factores de riesgo modificables son los responsables del 90% de los accidentes cerebrovasculares. Y cualquier medida que tomes para lograr un estilo de vida saludable es muy importante. "El estilo de vida es probablemente lo más importante y con frecuencia más potente que cualquier medicina", dijo el Dr. Ralph Sacco, presidente de la Academia de Neurología de Estados Unidos. Prueba los pasos que verás a continuación…
Haz que te revisen la presión arterial por lo menos cada 2 años, o anualmente si tienes más de 120/80 mm Hg. Si tienes más de 60 años y no tienes otro factor de riesgo cardiovascular, no necesitarás medicamento a menos que tu lectura sistólica sea de 150 o más alta, de acuerdo con las nuevas directrices oficiales.
Generalmente podrás controlar el límite de tu presión arterial (de 120 a 139 sobre 80 a 89 mm Hg) sólo con cambios en el estilo de vida como limitar el consumo de sodio a 1,500 mg por día, hacer ejercicio regular y si es necesario, también perder peso.
El colesterol alto, la diabetes, la apnea obstructiva del sueño (OSA) y la depresión, incrementan en varios grados el riesgo de tener un ataque cerebral.
La fibrilación atrial (AFib) el latido cardíaco tembloroso o irregular afecta al 5% de las personas mayores de 65 años y al 10% de las personas mayores de 80, según la Asociación Nacional del Accidente Cerebrovascular. Esto puede elevar el riesgo de sufrir un ataque cerebral en un 500%.
Toma tu pulso cada mes. Coméntale a tu médico si tienes una sensación irregular, como agitación, aceleración o latidos muy fuertes en tu pecho. Si tienes AFib, puedes necesitar anticoagulantes. Éstos pueden reducir el riesgo de un primer ataque cerebral hasta en un 80% (pero deberás ser monitoreado en caso de complicaciones, como hemorragia).
4. Alimenta a tu cerebro
Más del 20% de los ataques cerebrales están vinculados con malos hábitos alimenticios. Los enfoques dietéticos para detener la hipertensión, como la dieta DASH, un plan de alimentación bajo en sodio que incluye frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasa, parece reducir el riesgo de ACV en un 14%, según una investigación publicada en Stroke.
¿Qué se puede hacer?
Encuentra la dieta DASH en www. nhlbi.nih.gov. O, el Dr. Sacco aconseja limitar el sodio a 1,500 mg por día; comer de 4 a 5 porciones de fruta y de 3 a 5 porciones de verdura al día; consumir pescados grasos como el salmón 2 veces a la semana; de 3 a 5 porciones de nueces sin sal, semillas o legumbres a la semana, además, evitar o limitar las bebidas azucaradas a 36 onzas por semana.
5. Mantente en movimiento
Más de un tercio de los ataques cerebrales pudieron ser prevenidos sólo con ejercicio regular. Según la Universidad de Alabama en Birmingham, las personas que hacen ejercicio al menos 4 veces a la semana son un 20% menos propensas a tener un ACV que las sedentarias. La actividad física ayuda a mantener un peso normal y disminuye la presión arterial, además mejora la salud vascular en general.
¿Qué se puede hacer?
La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) recomienda hacer por lo menos 150 minutos de ejercicio moderado (una caminata a paso rápido) a la semana, o 75 minutos de ejercicio vigoroso (natación o trotar despacio) por salud en general. Si tienes elevada la presión arterial o colesterol alto, necesitarás 40 minutos de ejercicio moderado a aeróbicos vigorosos de 3 a 4 veces a la semana, para poder reducir el riesgo de sufrir un ACV.
El ataque cerebral que tal vez no reconozcas
Los accidentes isquémicos transitorios, o pequeños ataques cerebrales, se presentan cuando se interrumpe o se reduce dramáticamente el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Los síntomas, que generalmente duran menos de 5 minutos, pero que pueden durar hasta 24 horas, son los mismos que los de un ACV: adormecimiento repentino en el rostro, brazo o pierna; problemas para hablar o ver; mareos o pérdida de balance.