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Las milagrosas propiedades de ajos y cebollas
Por ggarcia@holadoctor.net
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¡Fuera de aquí!
Los ajos y las cebollas tienen un olor y sabor particular que puede gustar o no, pero nunca pasar desapercibidos. Infaltables en la cocina, también se les atribuye cierto poder mágico que hasta serviría para espantar vampiros. Y a otro tipo de monstruo: el cáncer.
Una familia que hace bien
Los vegetales denominados “aliáceos” comprenden: cebolla, puerro, cebolla de verdeo, echalote y ajo. Los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU resaltan las múltiples propiedades del ajo, que la medicina natural aprovecha para tratar un amplio rango de enfermedades.
El ajo se utiliza para tratar enfermedades relacionadas con el corazón y el sistema circulatorio. También se aconseja para prevenir varios tipos de cáncer: de colon, recto, estómago, próstata, mamas, vejiga y pulmones. Muchos de estos usos están avalados por la ciencia, siempre que se consuma crudo.
Algunas personas aplican ajo sobre la piel para tratar infecciones con hongos, verrugas y callos. Las Bibliotecas Nacionales de la Salud informan que hay pruebas que apoyan el uso tópico del ajo para la tiña y el pie de atleta, aunque su eficacia contra las verrugas y callos es todavía incierta.
El ingrediente activo del ajo es la alicina, que es muy inestable y muta en otra sustancia química en unas horas. Algunos fabricantes “envejecen” el ajo para hacerlo inoloro, pero esto le resta eficacia ya que baja la concentración de alicina.
Ayuda a hipertensos
La Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales considera que el ajo puede reducir la presión un 7 u 8% en pacientes hipertensos y ayuda a prevenir la arterioesclerosis. . Pero también baja la presión arterial en las personas con presión normal.
La población masculina china consume alrededor de un diente de ajo al día y parece tener un 50% menos de riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Es de esperar que este mismo beneficio alcance a hombres occidentales, aunque aún no hay estudios al respecto.
Las Bibliotecas Nacionales de la Salud informan que el ajo puede causar mal aliento, sensación de quemazón en la boca o el estómago, acidez, gases, náuseas, vómitos, olor corporal y diarrea. Estos efectos secundarios son peores si se consume crudo.
Por el olor penetrante, se le han atribuido propiedades que permiten ahuyentar alimañas, malos espíritus y vampiros. Obviamente, se trata de una superchería y creencia popular, pero suele causar reacciones adversas, y muchas personas le tienen aversión o rechazo.
La investigadora italiana Carlotta Galeone informa que hay estudios de laboratorio con evidencia convincente de que el ajo y otros vegetales aliáceos contienen sustancias que inhiben una variedad de tumores causantes de cáncer de mama, endometrio , colon y tracto digestivo.
Los cientificos expertos en plantas sostienen que los ajos y las cebollas son un escudo contra algunas pestes que afectan a los vegetales. Irwin Goldman, profesor de la Unversidad de Wisconsin explica que para maximizar los beneficios para la salud hay que adoptar ciertos hábitos culinarios.
Al cortar estos vegetales se rompen sus paredes celulares y se liberan enzimas. Antes de usarlos hay que dejar reposar 30 minutos a las cebollas y 15 minutos a los ajos: en ese tiempo, la enzima alinasa se convierte en alicina, que es la que tiene propiedades anticancerígenas.
El ajo, siempre fresco
Una vez cortado y picado, el ajo permanece estable durante 6 horas a temperatura ambiente, y dos o tres días en la heladera. Por eso no vale la pena desperdiciar dinero en ajo procesado o seco, ya que ha perdido todo su potencial curativo.
La doctora Suhasini Modem, PhD en fisología de las plantas de la Michigan's Wayne State University estudia las plantas de especies potentes. Aclara que el ajo se debe consumir crudo ya que la cocción destruye su capacidad de inhibir el crecimiento celular cancerígeno. Incluso dos minutos de calor ya destruyen sus beneficios.
El corte también cuenta
Las cebollas contienen flavonoides que le dan color. Las rojas y amarillas tienen mayor concentración que las blancas, en especial en las capas exteriores, por eso hay que pelarlas con cuidado para aprovechar sus beneficios.
Las cebollas, cocidas
A diferencia del ajo, Goldman explica que los flavonoides de las cebollas se acentúan con la exposición al calor, por eso conviene saltarlas rápidamente, no más de 4 o 5 minutos. Y conviene combinar ajos y cebollas con un saludable aceite de oliva.
Entre sus finas capas hay hierro, fósforo y vitamina E, que estimulan la producción de glóbulos rojos. También tienen potasio, que evita la retención de líquidos y reduce los riesgos de hipertensión, a la vez que estimula la liberación de toxinas. De esta forma contribuye al buen funcionamiento renal y previene la aparición de cálculos.
La cebolla contiene grandes cantidades de quercetina, pigmento que favorece la circulación sanguínea, y también sílice, que retrasa el envejecimiento de venas y arterias. Por todas sus propiedades, sus bajas calorías y su alto contenido de fibra, es un alimento ideal, que también da sensación de saciedad, lo que ayuda a comer mucho menos.