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Cábalas del Mundial, ¿realmente funcionan?
Por Julio Guzmán
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Pensamiento mágico
Ya sea portar siempre la misma prenda, hacer el amor o encomendarse a Dios, tanto el público como los futbolistas son fervientes practicantes de rituales extraños con la intención de que sus equipos ganen los partidos. Con la llegada del Mundial nos preguntamos: ¿qué tan coherentes son las cábalas?, ¿de verdad funcionan?
La psicología se refiere a las cábalas como el fenómeno en que una o varias conductas son reforzadas de tal manera que se desarrollan como si existiera una relación real entre el reforzador y la emisión de la conducta. Desde el ojo de la ciencia, este tipo de pensamientos carecen de fundamentos lógicos.
Muchos futbolistas recurren a estos extraños “trucos” para que su equipo tenga éxito en la cancha. En alguna ocasión el italiano Gennaro Gattuso confesó que durante la final que Italia jugó contra Francia, en 2006, usó la misma camiseta azurra que portó en todo el Mundial. Ahora él es un campeón del mundo.
Previo a comenzar los partidos, el delantero mexicano Javier Hernández también realiza un ritual: suele hincarse en el centro de la cancha, elevar las manos a la altura del pecho y comenzar a orar. Además del delantero azteca, muchos aficionados o jugadores se acuerdan de Dios en partidos decisivos.
¿Una pata de conejo, una cadena o una venda sujeta al cuerpo? No. Para el delantero argentino Lio Messi antes de comenzar un partido trata de acordarse de su familia para recibir las mejores vibras y así poder romper las redes de las porterías de sus adversarios.
Incluso, hay otras cábalas más subidas de tono, en donde se recurren a otro tipo de fuerzas sobrenaturales. De acuerdo con el famoso santero Nana Kwaku Bonsam, gracias a su pócima hecha con partes de animales, el delantero de Portugal Cristiano Ronaldo se encuentra lesionado, con lo que podría perderse el Mundial.
De acuerdo con el doctor en Ciencias Sociales y profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, Luis Fanlo, las cábalas fueron impuestas en América Latina por los inmigrantes españoles, quienes usaban este pensamiento mágico para imponer un nuevo sentido y dar esperanza de vida. Muchos nativos después adoptaron esta práctica.
Para conocer los rituales más comunes del fútbol, la encuestadora D’Alessio Irol se dio a la tarea de entrevistar a uno de los públicos más apasionados del fútbol: el argentino. Hacer el amor antes del partido, rezar 7 veces el Ave María, ver todo el juego con las piernas cruzadas y portar todo el uniforme fueron las respuestas más comunes.
Con la misma prenda
Algunos aficionados al balompié suelen hacer un ritual poco higiénico. Esto consiste en no desprenderse de su camiseta durante un buen periodo de tiempo. Incluso llegan a dormir con la misma. En su etapa de profesional, el portero colombiano René Higuita hacía algo similar, sólo que con sus calzoncillos.
Lejos de creer si en realidad funcionan o no, detrás de las cábalas se encierran varios problemas de salud, uno de ellos podría ser una profunda obsesión derivada de un fanatismo irracional, que en este caso es el fútbol.
Cuidado, obsesivos
Según explica la Biblioteca Nacional de Medicina, una persona obsesiva tiene pensamientos, ideas, sensaciones, o comportamientos repetitivos e indeseables que los impulsan a hacer algo. Esto podría reflejarse muy bien en el campo cabalístico.
Una persona que tiene que encomendarse a todos los santos, voltear la casa y ponerse encima todos los colores de la camiseta de su preferencia es un claro reflejo de inseguridad. Muchas personas también suelen refugiarse en estas prácticas como una manera de escape a sus problemas.
Trastorno de la personalidad
Es otro de los problemas que se esconde detrás de las cábalas. Esta situación, la cual se encuentra en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, consiste en tener experiencias y comportamientos que difieren de las normas sociales y expectativas.
¿Cómo actúan?
Se ha encontrado que muchas personas con este problema pueden tener alteraciones en la emotividad, cognición, funcionamiento interpersonal y en el control de sus impulsos. Además, supone estilos de afrontamiento desadaptivos que pueden conducir a alteraciones como ansiedad, angustia y depresión.
Confía en los astros
Uno de los técnicos conocidos por su obsesión con las cábalas es el francés Raymond Domenech, de quien se dice, consulta a los astros para hacer las convocatorias de jugadores. Al final esto no fue suficiente para que la selección gala que comandaba no pasara de la fase de grupos de Sudáfrica 2010.
Desde la vista de la psiquiatría, varias enfermedades mentales y trastornos de la personalidad suelen caracterizarse con diversos grados de pensamiento mágico. Generalmente, en estos casos se usa el método científico para argumentar este tipo de convicciones que son basadas en lo sobrenatural.
El “chupa cabezas”
Otro jugador que fue supersticioso en la cancha es el francés Laurent Blanc, quien consideraba que su compañero Fabian Barthez era una especie de amuleto de buena suerte, por lo que antes de cada partido le besaba la calva. Curiosamente, ambos quedaron campeones del mundo en 1998.
Uno de los actos más recordados en los mundiales tiene que ver con el portero de Argentina Sergio Goycoechea, quien en Italia 1990, orinó la cancha antes de disputar una tanda de penales. En esa ocasión su equipo calificó a la final, pero hasta ahí llegó su buena suerte, puesto que perdió frente a Alemania.
Todos somos así
Para Bruce Hood, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, el ser humano tiende a reaccionar de forma supersticiosa. En un experimento ofreció a un público a probarse una prenda a cambio de dinero. Todos levantaron la mano hasta que dijo que la ropa había pertenecido a un asesino serial.
Para el ex delantero mexicano Hugo Sánchez los tiros que emanaba de sus piernas eran más que sagrados, razón por la que en los calentamientos previos a los partidos jamás pateaba hacia el arco, “para no gastar goles”.
¿Confío en las cábalas?
Ponerte la camiseta y apoyar a tu equipo favorito no tiene nada de malo. Pero cuidado: engancharte demasiado puede hacer que un individuo sea paranoide y perciba daños o agresiones donde no existen; por otro lado, el exceso de confianza en una creencia puede hacer que uno sea engañado fácilmente.