El hallazgo de parte del esqueleto de una adolescente en Jamestown, Virginia, el de una joven que vivió hacia 1609, reveló una práctica que se creía alejada de estas costas: el canibalismo.
Científicos del Smithsonian, institución que concentra a los museos de Washington, DC, anunciaron el descubrimiento. El esqueleto de la muchacha de 14 años—a la que bautizaron "Jane"— mostró que había sufrido cortes en la quijada y la mejilla, que revelaron que la carne de su rostro había sido cortada en tajadas.
Puntos clave
También su cabeza había sido separada de su cuerpo desmembrado con fines nutricionales.
Expertos llaman a este tipo de canibalismo "de supervivencia". En 1609, los recién llegados colonos vivieron uno de los inviernos más atroces. Azotados por el frío, el ataque de tribus y la falta de víveres, cruzaron barreras religiosas y morales, y el límite entre la vida y la muerte los decidió a comer la carne de sus muertos.
También llamada antropofagia, esta práctica se ha documentado desde el confín de los tiempos, desde el hombre de Neanderthal hasta nuestros días.
Pero lo que ha cambiado es lo que la dispara. En el caso de los hombres de las cavernas, o de los sobreviventes del avión de Uruguay que se estrelló en la cordillera de los Andes en 1972, ha sido burlar a la muerte. Igual que la desesperada motivación de los colonos de Jamestown, que incluso fue documentada por George Percy, uno de los líderes de esa colonia, escritos que hasta hoy los científicos habían ignorado por no existir pruebas físicas.
En zonas de guerra como el Congo, el comer la carne del enemigo es una forma de vencerlo. Lo mismo que hacían los Carib, tribus caribeñas oriundas de la región venezolana del Oricono, que también canibalizaban en las batallas.
En otras culturas, el canibalismo es un "acto social", basado en la creencia que al comer la carne de una determinada persona se pueden adquirir sus cualidades.
Hay muchas leyendas sobre el canibalismo, pero la práctica sí existe. Y perdura en nuestros días. ¿Aceptada o condenada? Depende del punto geográfico en donde uno se encuentre.
Aunque en sí mismo el canibalismo no está definido como una enfermedad mental, muchos tristemente célebres asesinos seriales mataron obsesionados por comerse a sus víctimas. El más siniestro: Jeffrey Dahmer, que asesinó, y comió, a 17 jóvenes entre 1978 y 1991.
Las motivaciones sociopáticas de Dahmer fueron muy distintas de las de los pioneros del país. Según explica Douglas Owlney, antropólogo forense del Smithsonian, estos actos extremos fueron motivados por el hambre: "ese invierno murieron famélicas más de 200 personas", relató.
Y el esqueleto de "Jane de Jamestown" revela que fue despedazado con prisa y sin piedad, por las manos de un hambriento.