Los niños crónicamente irritables a menudo se encuentran en un estado de excitación anormal, y pueden parecer tensos o cansados, es decir, agitados pero exhaustos. Y debido a que los niveles crónicamente altos de excitación en los niños impactan también en la memoria y la habilidad para relacionarse, es muy probable que estos niños también tengan problemas en el área académica y social.
Los cerebros de los niños son mucho más sensibles al uso de la electrónica de lo que nos damos cuenta. De hecho, contrariamente a la creencia popular, no se necesita mucha estimulación electrónica para confundir a un cerebro sensible que todavía está en desarrollo. Además, muchos padres creen erróneamente que el tiempo de pantalla interactivo (por ejemplo, el uso de internet, las redes sociales, mensajes de texto, correos electrónicos, juegos) no es perjudicial, especialmente si se lo compara con el de tiempo de pantalla pasivo (por ejemplo, la televisión)
Pero de hecho, es más probable que el tiempo de pantalla interactivo cause problemas en el sueño, el estado de ánimo y la cognición ya que es más probable que provoque el uso compulsivo y la hiperexcitación.
Cuando esto se hace muy evidente e interfiere en el desarrollo normal del niño, los padres intentan llevarlos a una consulta con un especialista por ansiedad, trastornos de atención, depresión e curar lo que parece ser un trastorno mental “X” de manual, pero no descartan ni abordan ni realizan cambios en la causa ambiental más común de esos síntomas: el uso diario de la electrónica.
El problema es que tanto los padres como los médicos clínicos están “errando el tiro”, dicen los expertos en un informe aparecido en la revista especializada Psychology Today.
Independientemente de que exista un diagnóstico psicológico verdadero y real subyacente, tratar de forma satisfactoria a un niño con desregulación del estado de ánimo requiere de eliminar de forma metódica el uso de todos los aparatos electrónicos durante varias semanas, una especie de abstinencia electrónica para permitir que el sistema nervioso se reinicie como si fuera una computadora, explica el informe mencionado basándose en estudios anteriores.
En el mundo actual, puede parecer una locura restringir la electrónica tan drásticamente. Pero cuando los niños tienen problemas, no les hacemos ningún favor al dejarlos permanecer frente a la pantalla con la esperanza de que puedan relajarse utilizando la electrónica de forma “moderada”. Simplemente no funciona.
Por el contrario, al permitir que el sistema nervioso vuelva a un estado más natural con una estricta abstinencia, podemos dar el primer paso para ayudar al niño a ser más tranquilo, más fuerte y más feliz.
Si se hace correctamente, esta intervención de sacar las pantallas de la vida de un niño puede producir un sueño más profundo, un estado de ánimo más animado y estable, una mejor focalización y organización, y un aumento de la actividad física.
Por otro lado, la habilidad de tolerar el estrés mejora, por lo tanto, disminuyen los colapsos tanto en su frecuencia como en su gravedad.
Vemos a un niño que comienza a disfrutar las cosas que solía disfrutar, se interesa más por la naturaleza, y vuelve al juego imaginario o creativo. En los adolescentes y adultos jóvenes, se observa un aumento del comportamiento auto-direccionado, exactamente lo opuesto a la apatía y desesperanza.
Al mismo tiempo, la abstinencia electrónica reduce o elimina la necesidad de medicación haciendo que otros tratamientos sean más efectivos.
Una vez que el cerebro se reinicia, es el padre el que debe determinar cuánto tiempo frente a un aparato electrónico, si es que le permite pasar algún tiempo, puede tolerar el niño sin que los síntomas vuelvan.
Limitar la electrónica puede que no resuelva todo, pero con frecuencia es el eslabón perdido del tratamiento cuando los niños están atascados, explican los expertos y eso se debe a que revierte mucha de la disfunción psicológica producida por la sobre dosis de pantalla diaria.
Seis mecanismos en que afectan las pantallas:
- Perturba el sueño y desincroniza el reloj biológico. Debido a que la luz de la pantalla de los dispositivos imita a la del día, suprime la melatonina, una señal del sueño que se libera ante la oscuridad. Sólo unos minutos de esta estimulación puede retrasar la liberación de melatonina por varias horas y desincronizar el reloj biológico. Una vez que este reloj se altera, se producen todo tipo de reacciones poco saludables, tales como el desequilibrio hormonal y la inflamación del cerebro. Además, la gran excitación no permite dormir profundamente, y el sueño profundo es lo que necesitamos para curamos.
- Desensibiliza el sistema de recompensa del cerebro. Muchos niños están "enganchados" con la electrónica y de hecho, el juego libera tanta dopamina, el químico que nos hace “sentir bien. Cuando las vías de recompensa se usan en exceso, los niños se vuelven menos sensibles, y se necesita cada vez más estimulación para experimentar placer. Mientras tanto, la dopamina también es fundamental para la focalización y la motivación. Huelga decir que incluso pequeños cambios en la sensibilidad de la dopamina pueden causar estragos en la sensibilidad y funcionamiento adecuados del niño.
- Produce "luz por la noche." Numerosos estudios han vinculado la luz por la noche de la electrónica a la depresión e incluso al riesgo de suicidio. De hecho, los estudios en animales muestran que la exposición a la luz de pantallas antes o durante el sueño produce depresión, incluso cuando el animal no está mirando la pantalla, explica la revista. A veces los padres sienten miedo de restringir el uso de la electrónica en el dormitorio del niño porque temen que el niño entre en un estado de total desesperación - pero en realidad eliminar la luz por la noche es una medida de protección.
- Produce reacciones de estrés. Tanto el estrés agudo (lucha o huida) como el estrés crónico producen cambios en la química del cerebro y las hormonas que pueden aumentar la irritabilidad. De hecho, el cortisol, la hormona del estrés crónico, parece ser a la vez causa y efecto de la depresión, lo que crea un círculo vicioso. Además, tanto las vías de hiperexcitación como las de adicción suprimen el lóbulo frontal del cerebro, la zona donde realmente tiene lugar la regulación del estado de ánimo.
- Sobrecarga el sistema sensorial, fractura la atención, y disminuye las reservas mentales. Los expertos dicen que lo que a menudo subyace detrás del comportamiento explosivo y agresivo es una focalización deficiente. Cuando sufre la atención, también lo hace la capacidad de procesar el propio ambiente interno y externo, por lo que las pequeñas exigencias se tornan enormes. Al agotar la energía mental con un alto aporte visual y cognitivo, el tiempo de pantalla contribuye a disminuir las reservas. Una forma de “aumentar” temporalmente las reservas desgastadas es enojarse, por lo que los colapsos se convierten en un mecanismo de defensa.
- Reduce los niveles de actividad física y la exposición al "tiempo verde." La investigación muestra que estos factores restauran la atención, disminuyen el estrés y reducen la agresión. Por lo tanto, el tiempo dedicado a la electrónica reduce la exposición a los potenciadores naturales del estado de ánimo.