Jessica padece algo denominada como síndrome de PICA o alotriofagia (término derivado de “alotrio” que significa extraño y “fagia”, comer), una rara patología alimentaria que consiste en el impulso irrefrenable de algunas personas por comer sustancias no destinadas al consumo humano, tales como: plástico, pasta dental, jabón, detergente, yeso, pelo, fósforos, barro, colillas de cigarro, polvo o suciedad, entre otros.
El síndrome fue bautizado con el nombre de Pica, en alusión a una urraca llamada Pica Pica, que hace su nido y se alimenta de casi todo lo que se le pone enfrente. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, entre un 10% y un 30% de los niños por debajo de 6 años de edad presentan este tipo de conducta.
La principal complicación que tienen los pacientes con este trastorno es la perforación gástrica o intestinal. Otras complicaciones son la obstrucción intestinal, la infección por parásitos ingeridos del suelo o de excrementos de personas o animales, la intoxicación por sustancias tóxicas como plomo, mercurio o fósforo, o bien la acumulación de sustancias no digeribles en el estómago.
En el caso de Jessica, Lindsay Jackson, de 37 años, madre de la pequeña declaró al diario británico Daily Mail, que su hija comenzó a tener este comportamiento desde que era un bebé y solía llorar si no le daban galletas para perro de comer. A los seis meses se comía el jabón y la esponja a la hora del baño.
A partir de entonces, el comportamiento se fue acrecentando y, en la actualidad, la niña come desde la arena del parque, las velas de cera que se encuentran encima de la mesa, plastilina o burbujas de plástico, refirió su madre en las declaraciones recogidas por el diario.
“Cada vez que me doy la vuelta se está metiendo algo extraño en la boca”, añadió su madre. Debido a su obsesión por convertir en alimento todo aquello que encuentra por casa o por la calle, Jessica ha sido ingresada en el hospital en varias ocasiones para que se le realizase un lavado de estómago. “Llegue a recibir llamadas de la guardería diciéndome que Jessica se había comido las chinchetas de los cuadros”, reveló la afligida madre.
Lindsay realiza masajes de reflexología en los dedos del pie y manos a su hija para calmarla y evitar que el estrés o la ansiedad la lleven a la ingesta compulsiva de cosas raras, pero no siempre funciona y teme sobre el futuro de su hija.
La Biblioteca Nacional de Medicina refiere que si bien, en los niños de corta edad esta conducta es habitual debido a su afán por explorar el entorno y su costumbre de llevarlo todo a la boca, deja de ser considerada normal a partir de los 18-24 meses de edad. El tratamiento que mayor resultado ha tenido es el de la terapia leve de aversión, consistente en asociar al comportamiento de pica un "castigo" acompañado de un refuerzo positivo relacionado con una adecuada alimentación.