Un nuevo estudio concluye que expresar la ira es beneficioso para la salud. Los enojos reprimidos están asociados con un mayor estrés, riesgo cardíaco y cáncer. ¿Habrá que enojarse más?
Si te enojas con tu vecino y se lo haces saber, o si protestas cuando el tránsito está atascado, no sientas culpa, estás alargando tu vida. Una razón más para justificar lo que ya se sabe es terapéutico: hay que dejar salir las emociones, liberarlas. En otras palabras, guardar los enojos hace mal.
Puntos clave
Eso es justamente lo que los investigadores de la Universidad de Jena, en Alemania, descubrieron en su estudio: demostrar la ira alarga la vida de las personas.
En el estudio, que fue publicado en Health Psychologies, los científicos analizaron a seis mil participantes, y observaron cómo el hecho de frenar las emociones puede dañar la salud. Y así descubrieron que los que reprimen sus sentimientos, tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades.
Al parecer, “guardar” lo que se siente, elevó el pulso de los participantes, un factor que, con el tiempo, podría conducir a la enfermedad cardíaca y al cáncer, según los autores del estudio.
"Estas personas se distinguen por la forma en que tratan de ocultar signos externos de miedo, y también por su comportamiento defensivo", dijo el autor del estudio, Marcus Mund. Y agregó: "evitan riesgos y buscan siempre un alto nivel de control sobre sí mismos y su entorno".
"Por ejemplo, cuando se exponen a una situación estresante, las personas que no se expresan presentan una mayor frecuencia cardíaca, el pulso más acelerado y muestran otros signos de estrés y ansiedad, que aquellos que no reprimen sus emociones”, declaró Mund.
A pesar de esto, hay algo a favor de los “reprimidos”: aunque tienen un mayor riesgo de padecer ciertas enfermedades, tienden a recuperarse de éstas más rápido que los que son más emocionales. Al menos, esas son las conclusiones del estudio. Queda a criterio personal cuándo la situación merece un enojo, y cuando es mejor dejarlo pasar.
