¿Quién no recuerda el célebre personaje Melvin Udall. interpretado por Jack Nicholson en Mejor Imposible? Medía milimétricamente los pasos que daba en la acera, evitaba pisar las rayas divisorias de la cerámica del piso y llevaba siempre un juego de cubiertos desechables para no usar los que había en el restaurante donde trabajaba Carol Connelly, interpretada por Helen Hunt.
Los vecinos nunca lograron entender las manías de Melvin, seriamente afectado por un trastorno obsesivo compulsivo que puede convertir en un verdadero esclavo a la persona que lo padece.
Hay gente que se obliga a hacer rituales a diario, como lavarse las manos cada cierto tiempo, tocar muchas veces las sillas del comedor o mirarse al espejo tantas veces como la obsesión lo indique. Finalmente, la persona cae rendida a los pies de su propia compulsión.
Es un tipo de trastorno de ansiedad
El trastorno obsesivo-compulsivo, identificado con las siglas (TOC) es un tipo de trastorno de ansiedad. Las personas que lo sufren tienen pensamientos repetidos y angustiantes denominados obsesiones. En un intento por controlar estas obsesiones, las personas sienten la imperiosa necesidad de realizar rituales o comportamientos que se hacen repetitivos y compulsivos.
Se calcula que más de 100 millones de personas en el mundo viven sumergidas en ese laberinto angustiante de obsesiones y rituales, pero muchos de los que lo padecen no reconocen las repeticiones de las que dependen como una enfermedad y por esa razón no consultan un especialista y no reciben tratamiento oportunamente.
Los expertos indican que la característica esencial de este trastorno es la presencia de pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes. Los pensamientos obsesivos son ideas, imágenes o impulsos mentales que aparecen una y otra vez en la actividad mental del individuo.
Suelen ser siempre desagradables (no tienen sentido o son violentos u obscenos) y el que los sufre trata de resistirse a ellos, pero no siempre con éxito. Los actos o rituales no son por sí mismos placenteros, ni dan lugar a actividades útiles por sí mismas. Para el enfermo tienen la función de prevenir algún hecho objetivamente improbable. Suele tratarse de rituales para conjurar el que uno mismo reciba daño de alguien o se lo pueda producir a otros. Casi siempre está presente un cierto grado de ansiedad. Existe una íntima relación entre los síntomas obsesivos, en especial pensamientos obsesivos, y la depresión.
El curso de la enfermedad es variable –los síntomas se pueden presentar y después disiparse. A veces disminuyen a través de los años o se agravan. La investigación sugiere que este trastorno podría presentarse en la familia.
Helena, una profesional de la comunicación de 50 años, ya superó la fase crítica de la enfermedad, pero recuerda con escalofríos la época en la que se obligaba a hacer enumeraciones ilógicas de cualquier lista que se inventara, a tocarse la cara tantas veces como ella misma se impusiera y a repetir una determinada frase antes de dormir.
Un día, ya agotada por sus propias exigencias, decidió buscar ayudar. La terapia y la medicación la liberaron de su propio yugo.
El psiquiatra venezolano Luis Mariani explica que la estrategia terapéutica para tratar a pacientes con TOC consiste en terapia cognitivo-conductual con medicación, y también recomienda los grupos de autoayuda porque hay empatía y las personas se reconocen en las vidas de los otros. Los grupos dan apoyo y ya el paciente no se siente tan solo en ese túnel oscuro y angustiante en el que se ha sumergido.
Algunos ejemplos de obsesiones son el miedo a los gérmenes o el miedo a lastimarse. Entre las compulsiones se incluye lavarse las manos, contar, revisar una y otra vez las cosas o limpiar. Esos ritos y pensamientos interfieren en la vida diaria porque la persona se obliga a completar una serie de actividades o pasos que debe realizar antes de comer, bañarse o dormir.
Helena recuerda que para cumplir con la seguidilla de acciones que ella creaba ella se imponía una suerte de premios y castigos. Si no cumplía con el titual establecido algo malo le pasaría.
Los investigadores han llegado a la conclusión de que las personas que padecen este trastorno, agotador y enfermizo, tienen fallas en el funcionamiento de los circuitos cerebrales.
Señales o síntomas
Por lo general, las primeras señales o síntomas aparecen en la infancia o la adolescencia. Al principio es difícil entender esa obsesión por repetir una frase muchas veces o lavarse las manos cada cierto tiempo. La gente siente que no tiene sentido, pero hay una fuerza interna incomprensible que lo obliga a estar sometido a la obsesión y no hay manera de ignorarla o frenarla.
En efecto, las obsesiones son ideas, imágenes e impulsos que pasan por la mente de una persona una y otra vez. Son pensamientos rumiantes y perturbadores que el paciente quisiera no tener, pero no sabe cómo controlarlos.
Las compulsiones provocan nerviosismo y miedo. La persona intenta librarse de estos sentimientos con determinadas conductas según las “reglas” que creó. Por ejemplo, una persona puede tener ideas repetitivas sobre la limpieza y eso la obliga a lavarse las manos una y otra vez con la esperanza de que esas acciones mitiguen su nerviosismo. Pero la situación se repite hasta el cansancio lo que llega a agotar seriamente al paciente.
Estudios recientes indican que el trastorno obsesivo compulsivo afecta a hombres y mujeres por igual y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud las personas que lo padecen tardan entre 7 y 10 años en buscar ayuda profesional. Mientras tanto, sufren en silencio.
Las obsesiones más comunes son:
- Miedo a la suciedad o a los gérmenes.
- Desagrado por los propios fluidos corporales.
- Desagrado por los propios fluidos corporales.
- Manía excesiva por mantener todo en orden, por la simetría, la exactitud y la puntualidad.
- Preocupación extrema por haber hecho mal una tarea.
- Pensar sobre determinados sonidos, imágenes, palabras o números todo el tiempo.
- Necesidad de recibir consuelo constante.
Mientras que las compulsiones que más se repiten son:
- Lavarse las manos, bañarse o lavarse los dientes una y otra vez, durante el día.
- Revisar las cerradura, las llaves de la cocina, los grifos del lavamanos y los interruptores de luz para verificar que todo está apagado, cerrado y guardado.
- Repetir acciones, como entrar y salir por una puerta, sentarse en una silla y pararse, o tocar determinados objetos varias veces.
- Ordenar y arreglar objetos de determinadas maneras.
- Contar hasta una determina cantidad, una y otra vez.
Algunos estudios demuestran que el origen del TOC podría estar en un desequilibrio de las sustancias químicas del cerebro, específicamente una baja de serotonina lo que hace que las personas repitan las mismas conductas una y otra vez.
Por lo general, señalan los expertos, los que padecen de TOC también sufren de depresión, ansiedad, fobias o ataques de pánico.
Además de la terapia y la medicación, los expertos recomiendan poner en práctica técnicas de relajación (como el yoga), la meditación o ejercicios de respiración que ayuden a la persona a mantenerse en el aquí y el ahora. Respirar permite que la persona esté centrada y enfocada y que abandone poco a poco los comportamientos automáticos.