Cuando el Congreso debatió esta opción, en el marco de la discusión sobre la reforma de salud, la tormenta de críticas fue tal, que decidieron sacar el tema de la mesa. Pero ahora que la ley está en marcha, la Administración del presidente Barack Obama impuso esta iniciativa por decreto, y comenzará el primer día de 2011.
Bajo el paraguas del Medicare, el gobierno federal pagará a doctores que asesoren sobre la gama de posibles cuidados que puede recibir una persona que sabe que su vida está por terminar, lo que podría incluir la suspensión de agresivos tratamientos que sostienen al paciente con vida.
Puntos clave
La principal crítica que recibió esta iniciativa en 2009 fue que el objetivo oculto era reducir tratamientos paliativos en pacientes terminales, es decir, quitarles medicamentos o terapias a aquéllos que ya tuvieran una sentencia de muerte o discriminar a los que sufrieran de graves discapacidades.
En la nueva versión de lo que los republicanos llaman los “paneles de la muerte”, los médicos pueden hablar con pacientes terminales sobre cuán agresivamente quieren ser tratados si están gravemente enfermos.
Y el paciente podrá tomar decisiones sobre su propio tratamiento, antes de que la enfermedad que padece lo lleve a un momento en el que no pueda decidir por sí mismo: por ejemplo si entra en coma, si tiene muerte cerebral, si necesita asistencia para respirar o tiene un trastorno mental.
El nombre oficial que figura en el texto del Medicare es “plan de cuidado voluntario avanzado”. El gobierno ha argumentado que hay pruebas científicas sobre lo valioso que es planear el final de la vida. “El cuidado avanzado en esta etapa mejora los últimos tiempos del paciente y reduce el estrés, la ansiedad y la depresión del paciente y de la familia”.
Entre las pruebas científicas que el gobierno cita se encuentra un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado, que halló que “las discusiones entre médico y paciente sobre el final de la vida mejoran los cuidados paliativos”. Según el doctor Stacy Fischer, autor del trabajo, esta estrategia también protege la “autonomía del paciente”.
Otra investigación de la Universidad de Michigan, realizada con 3.700 pacientes terminales, comprobó que muchos tenían condiciones graves pero tratables, y que la incapacidad de decidir sobre sus tratamientos afectó la etapa final de sus vidas. La iniciativa que ahora se suma al Medicare se propone conocer los deseos del paciente antes de la crisis final de salud.
Para Elizabeth Wickham, directora de LifeTree, una organización de educación cristiana, “con esta infamia los pacientes perderán control de sus propios tratamientos en los últimos días de sus vidas”.
Legisladores que apoyan estas especiales consultas dicen que lo de los “paneles de la muerte” es sólo un mito con intenciones políticas.
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