Los sentimientos y las emociones son manifestaciones de la actividad del cerebro y de nuestra mente. Percibimos los objetos y el ambiente que nos rodea a través de los órganos sensoriales, pero también podemos sentir lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo.
Podemos percibir el dolor, la temperatura corporal, los latidos del corazón, nuestra respiración, el tránsito intestinal, la contracción de los músculos voluntarios e involuntarios.
Podemos decir: tengo un nudo en la garganta, la voz se me quiebra, tengo la espalda tensa, las orejas las tengo calientes, las manos me sudan y tiemblan, mi corazón va rápido y palpita.
Hay una gran cantidad de expresiones que reflejan la actividad que ocurre dentro de nuestro cuerpo, que cada quien percibe y decide darle un significado, ponerlo en palabras, para pensar sobre ello o comunicarlo si es necesario.
Hay otra dimensión sobre lo que sentimos, son los sentimientos y las emociones. Estas son manifestaciones que dan energía y un sentido valorativo, en términos de bueno o malo.
Los sentimientos nos alertan de lo malo que hay y nos motiva a buscar soluciones a ello. Pero también nos indican sobre aquellas cosas o situaciones que son buenas y que hay que tratar de preservar o buscar.
Las emociones son expresiones automáticas, inconscientes, intensas y breves, que ocurren como respuesta a un estímulo (objeto, circunstancia, idea).
Tienen una expresión física, por que activan una parte del cerebro que se llama el sistema nervioso autónomo que inerva a órganos y estructuras que regulan distintos procesos en el organismo, como la presión arterial, y la frecuencia respiratoria.
Se denomina autónomo porque su actividad es automática, no involucra un esfuerzo consciente de nuestra parte.
Cuando el miedo se comporta de una manera inadecuada, porque es muy intenso, constante y se activa por causas injustificadas, sentimos ansiedad y en el caso más extremo de intensidad podría presentarse una crisis de pánico.
Una persona que se preocupa casi todo el tiempo, y está en un estado emocional permanente de ansiedad, mantiene el componente físico de ésta: aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, tensión en los músculos que incluso puede generar dolor, fatiga y cansancio, entre otros síntomas.
El médico debe a través de su evaluación descartar que los síntomas sean por un problema físico.
Al no conseguir alguna causa probable distinta al estrés, seguramente le explicara que no encuentra nada que justifique los síntomas, a excepción de algún conflicto de orden psicológico por lo que le recomendará asistir a un profesional de salud mental.