Expertos en salud mental advierten sobre otra epidemia, silenciosa, que está aumentando a diario en la soledad de los hogares, con el cansancio de los que siguen trabajando con barbijos y guantes, con el terror de los que perdieron el empleo y ya no pueden llegar a fin de mes, todo a la sombra de COVID-19. Se trata de los trastornos de salud mental que se disparan en momentos de crisis: ansiedad, depresión y estrés post traumático.
Estos, y otros, no solo lesionan la realidad en el presente, sino que se pueden seguir manifestando y afectando la vida mucho después que la pandemia se haya controlado.
En un año "normal", sin pandemia, uno de cada 5 estadounidenses sufre un trastorno de salud mental. Y la mitad de ellos no recibe el tratamiento adecuado.
En la comunidad latina, las condiciones mentales generalmente está subtratadas en proporciones mayores. Y las crisis pasan sin atención apropiada.
El Estudio sobre Latinos (SOL), el más grande realizado en el país que detalló las condiciones más frecuentes en la comunidad analizando a 16,000 participantes en distintas ciudades a lo largo de décadas, remarca que el 27% de los latinos informó altos niveles de síntomas depresivos, con un mínimo del 22.3% entre las personas de origen mexicano y un alto del 38% entre los de origen puertorriqueño.
Gran parte de las personas con diagnóstico en el estudio no tomaban antidepresivos o realizaban algún tipo de terapia.
Mientras una persona que sufre un accidente cerebrovascular o un ataque al corazón encuentra ayuda inmediatamente, no ocurre lo mismo con una crisis de salud mental. Hay escasez de profesionales, las aseguradoras no cubren los tratamientos psicológicos y psiquiátricos a largo plazo, y los gastos de bolsillo suelen desalentar al paciente.
Las consecuencias son devastadoras.
En tiempos de COVID-19, estos problemas endémicos, la enorme brecha en el tratamiento de la salud mental, se magnifica. Mientras el Congreso aprobó proyectos de ley para liberar $100,000 millones de dólares en ayuda para hospitales y proveedores de salud, una ínfima parte de ese dinero se destinó al tratamiento de trastornos de salud mental.
Por estas razones, muchos psicólogos y psiquiatras están luchando por mantener sus consultorios abiertos a distancia, para llevar adelante tele-sesiones con sus pacientes. Paradójicamente, la salud mental es una de las ramas del cuidado de salud que más provecho puede sacar de la telemedicina.
Una vía que muchos esperan poder mantener, y hacerla florecer, más allá de la pandemia.
Esta pandemia oculta, sobre la que alertan expertos, abarca a personas que ya tienen un diagnóstico pero ven que las crisis aumentan en medio de la cuarentena, y nuevos casos, que se disparan en el contexto de la crisis de salud pública.
Un estudio realizado en China con 1,257 médicos y enfermeras comprobó que durante el pico del brote de coronavirus: el 50% reportó síntomas de depresión, el 45% ansiedad y el 34% insomnio.
El suicidio, que ya ha aumentado un 33% en el país desde fines de los años 90 es otro problema que se magnifica en tiempos de pandemia.
Ante este escenario crítico, el Instituto Nacional de Salud Mental, junto con 250 representantes de entidades de salud mental presentaron un documento conjunto en el cual dicen que, al igual que se plantean pruebas masivas de coronavirus para toda la población, debería haber pruebas masivas para determinar si la persona tiene un trastorno de salud mental subyacente.
Estas medidas, que van desde mejores pagos a doctores hasta limitar el acceso de armas de fuego, conformarían un paquete para luchar contra la otra pandemia de trastornos de salud mental, que podría prolongarse años en el futuro.
Investigadores de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins señalan que, mientras que los datos sobre el avance del coronavirus, números de casos, de muertes, se presentan a diario en las noticias, lo que está ocurriendo puertas adentro de los hogares es más difícil de medir.
Sin embargo, hay algunos datos concretos. La plataforma de internet talkspace, una red de terapeutas que ofrece tratamiento online, dijo que ha tenido un aumento del 65% en las consultas por sus servicios desde que se establecieron las cuarentenas.
La organización sin fines de lucro activeminds indica que muchas de estas afecciones se sufren en silencio, y que casi todas pueden prevenirse con intervenciones sólidas y tempranas. Por una persona que decide quitarse la vida, dicen, hay 280 que eligen el camino de la vida, porque recibieron ayuda a tiempo, indica la entidad.
El doctor Joshua Gordon, director del Instituto Nacional de Salud Mental, dice que en estos tiempos hay que recordar que distanciamiento social no significa aislamiento. A través de internet, por teléfono o del contacto en persona, pero respetando la distancia, la persona que lo necesita puede seguir comunicado con otros, y eventualmente con sus terapeutas.
"Conectarnos con nuestros amigos y seres queridos, ya sea por medios de la tecnología o mediante simples llamadas telefónicas, puede ayudarnos a mantener lazos durante los días estresantes y nos dará fuerzas para superar esta etapa difícil", dice Gordon.
Fuentes: Instituto Nacional de Salud Mental, CDC, APA.