La demencia no es una enfermedad en sí, sino un conjunto de síntomas con los que se designa a distintos trastornos que afectan al cerebro, entre ellos el Alzheimer. De hecho el diagnóstico de demencia más común.
Uno de los grandes desafíos con el que se han topado los científicos en esta área de investigación es cómo predecirla. Saber que una persona presentará demencia incluso antes que la sufra podría abrir la puerta a nuevos tratamientos y medicamentos. Y, por qué no, a una posible cura.
En los Estados Unidos, 5,7 millones de personas viven con Alzheimer, y se pronostica que la cifra se elevará a 15 millones para 2050. El aumento en la esperanza de vida también acarrea condiciones que ahora deben cuidarse a largo plazo. Esto genera un astronómico gasto en salud: $277 millones, solo en 2018.
Diagnósticos tempranos que permitan predecir la condición y desacelerar el deterioro cognitivo ahorrarían gran parte de esa cifra.
Y un nuevo estudio podría ayudar a allanar ese camino. La investigación mostró que las personas con deterioro cognitivo temprano desarrollan daños en la llamada barrera hematoencefálica, que es una red de vasos sanguíneos y tejidos que impiden que sustancias dañinas —por ejemplo, bacterias— penetren en el encéfalo, la masa cerebral dentro del cráneo.
Medir la descomposición de esta barrera podría ser una forma temprana de evaluar el deterioro cognitivo en la demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer.
El deterioro cognitivo ocurre cuando una persona tiene problemas para recordar, aprender, concentrarse o tomar decisiones que afectan su vida cotidiana.
Millones de personas en los Estados Unidos muestran algún tipo de deterioro cognitivo. Y estas personas tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia, que es la pérdida de esta función.
Los científicos ya tienen una lista de biomarcadores que señalan hacia la puerta de la demencia. Por ejemplo, cambios en el tamaño y la función del cerebro y sus partes, así como los niveles de ciertas proteínas que se pueden ver en las exploraciones cerebrales, en el líquido cefalorraquídeo y en la sangre.
Las personas con enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, tienen niveles anormalmente altos de placas compuestas de beta-amiloides, y nudos de proteína tau. Todas éstas son sustancias que, en cantidades normales, ayudan a que el cerebro funcione bien.
Para buscar biomarcadores de deterioro cognitivo anteriores a los que ya se conocen, un equipo liderado por el doctor Berislav Zlokovic en la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, examinó dos marcadores involucrados en la ruptura de la barrera hematoencefálica. Estudios anteriores habían encontrado que las anomalías en los pequeños vasos sanguíneos (capilares) del cerebro a menudo contribuyen a la demencia.
Los investigadores estudiaron a 160 adultos mayores con y sin deterioro cognitivo. Y hallaron que aquellos con deterioro tenían lesiones en distintas partes de la barrera hematoencefálica.
Los hallazgos sugieren que estas mediciones podrían allanar el camino para una prueba de diagnóstico temprano para el deterioro cognitivo del Alzheimer, así como otras causas.
"Debido al envejecimiento de la población y a las crecientes preocupaciones de salud pública, los esfuerzos para encontrar un predictor confiable y preciso de deterioro cognitivo y demencia son muy importantes para los investigadores y el público", explicó la doctora Suzana Petanceska, directora de programas del Instituto Nacional del Envejecimiento. "Estos primeros resultados muestran una forma posible y prometedora de cuantificar el riesgo".
Los investigadores planean validar aún más estos resultados con un segundo ensayo clínico con más participantes.
Fuentes: Asociación de Alzheimer, Instituto Nacional de Envejecimiento, Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, Biblioteca Nacional de Medicina, cancer.gov.