La pequeña Poppy recibió un voucher de $10,000 para aumentar sus senos, si es que éstos no crecen “lo suficiente” para cuando la pequeña llegue a la adolescencia.
Antes, su particular mamá le había regalado un certificado para hacerse una liposucción.
Puntos clave
La británica Burge, de 50 años y una suerte de reality star londinense, vivió hace 20 años un brutal episodio de violencia doméstica que dejó su rostro desfigurado, lo que, cuenta en su sitio web, la motivó a practicarse una necesaria cirugía estética.
Necesidad que se convirtió en adicción: Burge ya pasó unas 100 veces por el quirófano para cirugías estéticas grandes y retoques menores, a un costo total que ya roza los 800,000 dólares.
“Nadie puede cuestionarme porque el regalo es para cuando tenga más de 16, es decir, cuando ya pueda hacerlo legalmente”, se justificó Burge, en entrevista con el tabloide británico Closer.
Según Burge, Poppy no ve la hora de tener los senos “grandes y lindos” de su mamá. Para que su hija confronte precozmente la realidad del bisturí, planea que sea testigo de las cirugías que ya tiene planeadas para el 2012.
“No soy mala madre y mi hija lleva una vida normal, pero las niñas ya no sueñan más con Blancanieves y Cenicienta…”, opinó Burge.
De este lado del océano, el caso más controversial relacionado con estéticas a escolares fue el de Kerry Campbell, una cosmetóloga inglesa que reside en San Francisco, quien le aplicó Botox a su hija de 8 años en mayo del 2011. Por ese acto, Campbell perdió la custodia legal de la pequeña Britney.
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