El bebé de Samantha Jones tenía solo 11 semanas cuando lo encontró en su cuna pálido y botando sangre y mocos por la nariz. Aunque ella llamó al 911 y recibió atención médica inmediata, el pequeño murió. Había sido alimentado con leche materna, pero la autopsia reveló que en su sangre había rastros de drogas que se presume había consumido la madre, quien ahora está acusada de homicidio criminal.
La muerte del pequeño ocurrió en abril en Bucks County, Pensilvania, donde los fiscales sostienen que la mujer mató a su hijo al amamantarlo, mientras usaba drogas. Según la denuncia penal, el niño murió por ingerir una "combinación de medicamentos fatales a través de la leche materna".
La oficina forense del condado de Bucks informó que en la autopsia encontraron, específicamente, rastros de metadona, anfetamina y metanfetamina en la sangre del bebé, que estos contribuyeron a su muerte y que fueron ingeridos a través de la leche materna. A Jones le habían recetado metadona para ayudarla a controlar su adicción a los analgésicos opiáceos, según su declaración, pero no menciona las otras sustancias.
El abogado de la mujer, Louis Busico, dijo que ella amaba a su bebé y nunca tuvo la intención de dañarlo. Sin embargo, la vicefiscal de distrito Kristin M. McElroy argumentó que "sin duda fue imprudente saber que estos medicamentos estaban en su cuerpo y continuar amamantando". Jones ahora espera una acusación formal el 28 de septiembre.
Drogas, embarazo y lactancia
Esta no es la primera acusación que relaciona drogas y lactancia. En 2006, una mujer de California se declaró culpable del homicidio involuntario de su hijo de tres meses por amamantarlo mientras tomaba metanfetamina. En 2012, otra mujer del mismo estado fue sentenciada a seis años de prisión por el homicidio voluntario de su bebé de seis semanas, a causa de la metanfetamina en su leche materna. Y en Washington, una madre fue acusada de poner en peligro a su hija de dos años por lactarla y consumir metanfetamina, cocaína y marihuana, en 2014.
Son pocos los casos de intoxicaciones fatales por amamantar reportados en estudios médicos. Uno de ellos ocurrió en 1994 y fue publicado en la revista JAMA: un bebé de dos meses fue encontrado muerto ocho horas después de la lactancia. Aunque los fiscales pudieron acusar a la madre de poner en peligro al niño, los médicos que escribieron la carta cuestionaron el riesgo que representan los bajos niveles de concentración de metanfetaminas en su muerte.
Esta semana se dieron a conocer los hallazgos de una nueva investigación: el THC, un químico de la marihuana, puede permanecer en la leche materna hasta seis días después de que la mujer haya consumido la droga. "Encontramos que la cantidad de THC que es posible que el bebé ingiera en la leche materna era relativamente baja, pero todavía no sabemos suficiente sobre la droga para decir si es preocupante o no para el bebé a cualquier dosis, o si hay un nivel seguro de dosis", explicó la investigadora líder Christina Chambers, de la Universidad de California, San Diego.
La metadona se receta para tratar la adicción a los opiáceos y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos la considera una forma segura de terapia para mujeres embarazadas y lactantes. Las anfetaminas se pueden recetar para la narcolepsia y la metanfetamina para el TDAH y la obesidad, pero los estudios sobre sus posibles riesgos son limitados; uno de ellos aconseja esperar 48 horas después del consumo anfetaminas para reanudar la lactancia.
Poj Lysouvakon, director pediátrico de la Unidad Madre-Bebé de la Universidad de Chicago, dijo a CNN que casos como el de Samantha Jones y las otras acusadas son controvertidos: "No hay pruebas definitivas de que estas sustancias fueran la principal o única causa de muerte para estos bebés. No existe una gran cantidad de literatura médica que pueda probar o refutar definitivamente que las pequeñas cantidades de estas sustancias que se encuentran en la leche materna son suficientes como para ser la causa de muerte de estos bebés".
La epidemia de opioides que vive Estados Unidos se extiende también a las mujeres embarazadas. Las cifras más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) hablan de que la tasa de mujeres que dan a luz bebés mientras abusan de opiáceos se ha cuadruplicado entre 1999 y 2014. Esto explicaría que los fiscales sean más severos en las acusaciones de casos de sobredosis.
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