Más allá de mejorar de inmediato el estado de ánimo de quienes lo practican, los pasos de baile brindan otras ventajas a la salud. Un estudio previo realizado por la Universidad de Granada, en España, y publicado en Medicina Clínica en 2016 halló que la danza mejora la presión arterial, el sueño y la calidad de vida en quienes padecen esta condición. Es que el movimiento y el ritmo producen bienestar y por consiguiente, brindan beneficios inmediatos.
Otra evidencia reciente publicada en la revista Frontiers in Aging Neuroscience va un poco más allá: sugiere que bailar retrasa el envejecimiento. Podría incluso ser más ventajoso que caminar u otras actividades, pues las demandas mentales y corporales que supone, podrían hacer que esta actividad sea muy poderosa para desacelerar algunos de los cambios de las funciones del cerebro que sobrevienen con el paso del tiempo.
Se sabe que a medida que vamos envejeciendo, aunque no hay una fecha cierta de cuándo comienza este proceso, se pierde velocidad de procesamiento, la que ayuda a medir la rapidez con la que nuestros cerebros pueden absorber, acceder y responder a información nueva. Es un efecto que se acelera a medida que transcurren las décadas.
El declive se debe, según los neurocientíficos, a que la sustancia blanca del cerebro se daña, pero el gran desafío está en estudiar si este deterioro se puede revertir.
Para estudiar el efecto del baile y otros ejercicios en las conexiones y el desempeño del cerebro de las personas mayores, los investigadores de la Universidad de Illinois en Urbana y otras facultades, reclutaron a 174 hombres y mujeres sanas entre 60 y 70 años de edad sin signos de deficiencias cognitivas.
Luego los invitaron a participar de la observación en un laboratorio para comprobar su condición aeróbica y capacidades mentales, y les practicaron un encefalograma.
Después los científicos los dividieron en distintos grupos y les asignaron diferentes consignas. Una parte comenzó un programa supervisado de caminatas a paso ligero durante una hora, tres veces a la semana. Otro grupo realizó un régimen de sencillos ejercicios supervisados de estiramiento y equilibrio, tres veces a la semana. Y otro grupo debió practicar baile. Los participantes fueron tres veces a la semana a un salón para practicar una hora de coreografías de baile country cuya dificultad iba en aumento.
Tras haber pasado seis meses, los participantes regresaron al laboratorio para repetir las pruebas y someterse de nuevo a encefalogramas, y los hallazgos fueron sorprendentes.
En términos generales, el cerebro de todos mostró algunos signos de mejora de la sustancia blanca, gracias a haber estado en movimiento. Sin embargo, un grupo mostró una mejoría real en la salud de una parte de su materia blanca cerebral: en los bailadores se fortaleció el fórnix, una parte del cerebro relacionada con la velocidad de procesamiento y la memoria, es decir, fue el grupo que menos “envejeció”.
Tal vez fueron las exigencias cognitivas del baile, que requería aprender pasos o ritmos y una coreografía nueva a lo largo de los seis meses del estudio, afectaron la bioquímica del tejido cerebral en el fórnix, lo cual promovió aumentos en el grosor y la cantidad de conexiones en esa zona.
A moverse para detener el tiempo
El hallazgo sugiere que participar en “cualquier actividad que implique moverse y socializar”, como se hizo en cada uno de estos programas de grupo, podría resaltar las capacidades mentales en los cerebros que envejecen, dijeron los investigadores.
Como conclusión, si no quieres envejecer, deberías practicar baile. “El mensaje es que deberíamos tratar de no ser sedentarios”, dijo la líder de la investigación, Agnieszka Burzynska. “La gente que participó en nuestro estudio y que ya hacía ejercicio, tuvo el menor declive en la salud de la sustancia blanca y aquéllos que tomaron clases de baile aumentaron su materia blanca” agregó, lo cual es muy alentador para empezar a moverse.