Los riñones son un órgano vital de nuestro organismo, no solo ayudan a limpiar la sangre de sustancias que pueden dañar el correcto funcionamiento del cuerpo sino que también ayudan a regular aspectos importantes como la presión arterial, la producción de algunas hormonas, la hidratación del cuerpo y el equilibrio de algunos electrolitos.
Por todas estas funciones que realizan es importante mantener su funcionamiento en óptimo estado y evitar o controlar enfermedades que puedan dañarlos.
Enfermedades que afectan a los riñones
Existen varias enfermedades que pueden dañar los riñones, y este daño puede producirse de forma aguda, es decir de forma muy rápida y de forma crónica, es decir poco a poco y gradualmente.
Además de enfermedades también existen otros factores que pueden forzar su funcionamiento como una mala alimentación, tomar una cantidad insuficiente de agua y el abuso en el uso de ciertas sustancias o medicamentos.
-Enfermedades crónico-degenerativas pueden dañar a los riñones:
La diabetes mellitus y la hipertensión arterial son la principal causa de daño renal y también son la causa más popularmente conocida.
A pesar de esto la cantidad de personas que llegan a una falla renal por un mal control de estas enfermedades cada vez va aumentando más, la falta de ejercicio, dietas poco equilibradas y un mal apego a los tratamientos son las principales razones por las cuales se presentan complicaciones.
Otras enfermedades crónicas que pueden dañar los riñones son: insuficiencia cardiaca (falla del corazón) y problemas de colesterol elevado.
-Enfermedades autoinmunes y daños renales
Cuando el propio organismo se ataca a sí mismo y empieza a causar daño, los riñones no están exentos de este daño.
Enfermedades como el lupus eritematoso sistémico y las vasculitis son de los principales representantes en estos casos; existen otras enfermedades menos comunes y poco conocidas como el síndrome de Goodpasture o la nefropatía por IgA.
-Infecciones y daños en los riñones:
Además de las infecciones de vías urinarias que pueden causar daño directamente a los riñones, existen casos en las que infecciones que se producen en alguna otra parte del cuerpo pueden causar daño.
Como la glomerulonefritis post-estreptocócica (consecuencia de la infección es la bacteria estreptococo del grupo A), o daño posterior a una endocarditis bacteriana (infección en el corazón) e incluso por VIH.
-Enfermedades propias del riñón:
Existen enfermedades que son propias del riñón como la glomeruloesclerosis focal y segmentaria, la nefropatía membranosa o la enfermedad de cambios mínimos.
Estas enfermedades tienen como origen un factor genético y en la mayor parte de los casos no se puede establecer una causa específica.
Sin embargo hay que estar pendientes de ellas, los principales síntomas que pueden causar son: hinchazón de miembros inferiores como pies, tobillos y piernas, presión arterial elevada, orinar con sangre (hematuria), proteinuria (tirar proteínas en la orina), esto se ve con un examen de orina.
-Otras condiciones:
Hay personas que producen muchas piedras en los riñones (litiasis renal) y que si no llevan un control adecuado de esta enfermedad puede complicarse ya que se obstruyen los conductos que transportan la orina desde los riñones, al obstruirse pueden causar un daño importante que incluso pueden llegar a que el riñón obstruido falle.
La deshidratación cuando es severa puede también poner en peligro a los riñones, ya que al dejar de llegar sangre a los riñones éstos pueden dejar de funcionar.
Algún golpe importante, sangrado abundante, un infarto, una reacción alérgica severa, quemaduras importantes o el uso excesivo de medicamentos como el ibuprofeno, naproxeno o incluso exceso de la aspirina pueden causar daño a los riñones.
Es importante estar pendientes de algunos síntomas que nos puedan decir que hay algún problema con los riñones como: hinchazón en extremidades (y más si también nos hinchamos de la cara), orinar con sangre, dejar de orinar u orinar muy poco y especialmente si estos síntomas se acompañan de fatiga, dificultad para respirar o confusión.
En estos casos hay que acudir lo antes posible con un profesional de la salud para un diagnóstico y manejo adecuados.