Las enfermedades cardiovasculares (ECV) constituyen la principal causa de muerte en todo el mundo. A nivel mundial, cada año mueren más de 17 millones de personas por esta causa, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En EE.UU., alrededor de 610,000 personas pierden la vida cada año por problemas cardíacos, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Para tener un corazón sano, las principales recomendaciones de las organizaciones oficiales y expertos, se basan en llevar un estilo de vida saludable a través de la dieta y la actividad física.
Las pautas de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por su sigla en inglés) indican que para mantener a raya las enfermedades cardíacas, una persona debe comer las cantidades adecuadas de frutas, verduras, frijoles y granos integrales, lácteos bajos en grasa, aceites vegetales no tropicales, frutos secos, aves, pescado, y limitar la carne roja, los dulces y las bebidas azucaradas. Mantener un peso saludable es clave para la prevención de las ECV.
Para comprender más sobre la relación entre alimentación y salud cardíaca, un grupo de antropólogos de la Universidad de California en Santa Bárbara, EE.UU., decidió explorar la dieta de otras comunidades donde las enfermedades cardíacas son poco frecuentes, como en la Amazonia Boliviana, y conocer cómo se compone su alimentación básica.
Explorando la dieta típica amazónica
Una población en particular, llamada “Tsimane” llamó la atención de los investigadores porque casi nunca desarrollan enfermedades cardíacas, y muy rara vez tienen hipertensión, niveles de colesterol poco saludables, obesidad y diabetes tipo 2.
Esta comunidad de Bolivia ya había atraído el interés de los científicos. "Nuestro trabajo anterior mostró que los Tsimane tienen los corazones más sanos que se hayan estudiado, y sentimos mucha curiosidad en comprender por qué y cómo" dijo a Medical News Today el coautor principal del estudio, el Prof. Michael Gurven.
Los Tsimane todavía están muy poco influenciados por las tendencias de la globalización y los alimentos de moda, según los investigadores. Sus alimentos tienden a provenir de fuentes naturales y compran muy pocos productos elaborados.
Para conocer de cerca cómo se compone su dieta, los entrevistaron personalmente y les preguntaron cuáles son los alimentos que consumen.
Los investigadores encuestaron a 1,299 personas de la comunidad Tsimane y hallaron que su dieta habitual era alta en carbohidratos y proteínas, pero baja en grasas.
En el estudio que fue publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, detallaron que la dieta Tsimane tiene un alto contenido calórico, que asciende a 2,433–2,738 calorías por día, y comprende un 64% de carbohidratos, 21% de proteínas y 15% de grasas.
Una lista acotada de alimentos
Un dato que sorprendió a los científicos es que los Tsimane no comen una gran variedad: sus comidas tienden a concentrarse en unos pocos alimentos básicos; aproximadamente 2/3 de sus calorías diarias provienen de carbohidratos complejos, como el arroz y el plátano. Alrededor del 16% de las calorías provienen de los peces, de los cuales comen más de 40 especies diferentes, y otro 6% de la caza silvestre. Ellos compran sólo el 8% de sus alimentos del mercado.
Otra sorpresa fue que los Tsimane no tienen muchas deficiencias de micronutrientes. Y aunque incorporan poco calcio y vitaminas, absorben una gran cantidad de potasio, magnesio y selenio. Son nutrientes que pueden ayudar a mejorar la salud cardiovascular, según los investigadores, y los miembros de esta comunidad los consumen a niveles mucho más altos que la población estadounidense.
Además, los Tsimane comen casi el doble de alimentos ricos en fibra que la población de EE. UU.
Un dato muy importante a tener en cuenta sobre esta población casi exenta de las enfermedades cardíacas es que llevan un estilo de vida muy activo. “Son físicamente activos, no por el ejercicio de rutina, sino por usar sus cuerpos para adquirir alimentos de sus campos y el bosque, lo que también es una lección importante", concluye el Prof. Gurven.
Como conclusión final, los investigadores expresaron que “Una dieta rica en energía y en carbohidratos complejos, se asocia con un bajo riesgo de enfermedad cardiovascular cuando se combina con un estilo de vida físicamente activo”.
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