Estás organizando tu escritorio: abres y cierras cajones, tiras facturas viejas, revisas un montón de papeles y ahí ocurre, rápida e inesperadamente: Te cortas la punta de un dedo con lo que parece un arma filosa, aunque realmente es una de las hoja de papel que ordenabas.
El dolor es intenso, agudo, sientes como si un hacha se hubiese deslizado por tu dedo y cuando miras buscando una herida atroz, solo encuentras un pequeño corte, tanto que es posible que ni siquiera sangre. ¿Por qué algo tan insignificante duele tanto? Hay muchas razones.
El doctor Gabriel Neal, profesor de medicina familiar en la Universidad Texas A&M, dedicó un espacio en The Conversation a explicar e incluso reflexionar sobre este tema. Dice que lo más común es que nos hagamos heridas con papel en zonas que tienen redes nerviosas y estas registran con total claridad cualquier sensación, sea presión, calor o frío. Por supuesto, la de dolor se siente en extremo.
“Nuestro cerebro tiene áreas especializadas para recibir señales procedentes de esas partes con perfecta definición. Las exquisitas habilidades sensoriales que ayudan a que nuestros dedos, labios y lengua sean tan buenos en sus funciones, también hacen que las lesiones sean más dolorosas”, escribe Neal.
También pasa que los lugares donde nos hacemos cortadas con papel siempre los estamos usando y es común que las pequeñas heridas se vuelvan a abrir, reactivando el dolor. ¿Recuerdas cuando tuviste que fregar los trastos y tenías ese pequeño corte en tu dedo? ¿Recuerdas la horrible sensación que te produjo el encuentro entre el agua, el detergente y la herida? De eso se trata.
El pequeño corte, además, tiene la medida justa para activar las fibras nerviosas. Es lo suficientemente profundo como para alterar estas fibras de la piel, sin causar daños mayores y ni afectar su capacidad de reacción al dolor.
Las cortadas con papel son insignificantes, pero pueden provocar una respuesta emocional compleja y para el médico esto es fascinante. Al ocurrir cuando hacemos tareas cotidianas, como pasar la lengua por un sobre para pegarlo, hasta hay sentimientos de culpa por habernos equivocado en algo simple o de ansiedad al pensar que podría volver a sucedernos.
“Las cortadas con papel nos recuerdan que no importa cuántas veces hayamos realizado la más sencilla de las tareas, siempre existe la posibilidad de que nos lastimemos por accidente”, reflexiona. “Si eso nos vuelve un poco más sensibles y comprensivos con los dolores de quienes nos rodean, y quizás un poco más humildes, pues en ese caso, quizás las cortadas con papel nos enseñen a ser mejores”.
Primeros auxilios para una herida insignificante
Como médico de familia, Gabriel Neal recomienda formas prácticas para minimizar la molestia que genera una cortada con papel y aliviar el dolor:
- Lava la cortada lo antes posible con agua y jabón. Esto va a reducir la posibilidad de que se infecte y ayudará a que sane más rápido.
- Mantén la herida limpia, siempre.
- Si es posible, cubre la herida por unos días con una banda adhesiva para protegerla e impedir que se abra de nuevo.
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