Las autoridades sanitarias japonesas creen que ya son miles las personas que habrían sido afectadas directamente por la radiación, luego de tres explosiones en la central nuclear de Fukushima y accidentes en otras dos plantas que lanzaron material radiactivo al aire. La nube tóxica ya alcanzó a la capital, Tokio, en donde el nivel de radiación es 20 veces mayor que lo normal.
Los habitantes de Tokio están evacuando hacia el sur, escapando de la nube tóxica.
Puntos clave
Cerca de la central nuclear de Fukushima, ya han sido evacuadas unas 140,000 personas en un radio de 20 millas, y han emitido una alerta para que los habitantes permanezcan en sus casas, no tomen agua de la pila ni usen el aire acondicionado, a través del cual se pueden expandir las partículas radiactivas. El mismo alerta se extendió a Tokio.
Los accidentes en Fukushima y en otras dos plantas nucleares ocurrieron en cadena desde el viernes 11, cuando un terremoto de magnitud 8,9 arrasó con la zona de Seidan, al norte del país.
La radiación -partículas de yodo y cesio- también alcanzó a 17 tripulantes del buque estadounidense USS Reagan, que presentaron niveles de radiación en sus cuerpos. Los oficiales colaboraron en las primeras tareas de rescate. Este barco operaba cerca de las costas en donde está la central nuclear de Fukushima.
Las consecuencias en la salud a causa de este desastre pueden ser gravísimas y dejar secuelas por décadas. Los riesgos para la salud de una persona expuesta a una nube de material radioactivo van desde problemas respiratorios leves, hasta afecciones cardíacas y trastornos de largo plazo.
El típico trastorno inmediatamente posterior al contacto con la radiación se denomina Sindrome Agudo de la Radiación, que se define como un conjunto de síntomas que incluyen diarreas, vómitos, dolor de cabeza y trastornos en la piel, indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés)
Otros graves problemas de salud pueden ser las mutaciones genéticas o el retraso mental. Según la EPA, si 1,000 fetos de entre 8 y 15 semanas estuvieron expuestos a 1 rem de radiación (medida internacional con la que se mide la intensidad de la radiación), 4 de ellos sufrirán de retraso mental.
El cáncer de tiroides es uno de los que más se presenta en personas expuestas a altos niveles de radiación.
En Japón, como medida preventiva se han repartido 200,000 dosis de yodo en los centros que acogen a los evacuados por el accidente nuclear en la central de Fukushima, ubicada unas 200 millas al noreste de Tokio.
Las cápsulas de yodo, que por ahora no han sido administradas a la población, ayudan a saturar la tiroides y evitan así que esa glándula absorba yodo contaminado de radiactividad, si se produce un escape de ese elemento en la planta nuclear.
El cáncer de tiroides fue frecuente entre las personas que fueron expuestas a la radiación tras el accidente de Chernobyl, en Ucrania en 1986.
Las distribuciones de dosis de yodo buscan frenar el cáncer de tiroides, en particular entre la población joven: bebé, niños, adolescentes, embarazadas y mujeres que están amamantando.
Según explica el Instituto Nacional del Cáncer, el cáncer de tiroides es una enfermedad por la cual se forman células malignas (cancerosas) en los tejidos de la glándula tiroides.
La tiroides es una glándula con forma de mariposa ubicada en la base de la garganta, cerca de la tráquea. Una tiroides saludable es un poco más grande que una moneda de un cuarto de dólar. Por lo general, no puede palparse a través de la piel.
La tiroides usa yodo, un mineral que se encuentra en algunos alimentos y en la sal yodada, para ayudarla a elaborar varias hormonas. Las hormonas tiroideas cumplen las siguientes funciones: controlan la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal y la rapidez con la que los alimentos se transforman en energía (metabolismo) y la cantidad de calcio en la sangre.
Luego de los estudios a largo plazo realizados en personas afectadas por la radiación, los científicos pueden decir que la exposición a material radioactivo es una causa directa de cáncer de tiroides.
Según explica la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), muchas cosas emiten radiación: la luz, un horno microondas, pero no son radiaciones que afecten a la salud humana. Estas radiaciones "inofensivas" se denominan "no ionizantes". Sin embargo, la radiación que emiten las centrales nucleares cuando hay un accidente es la llamada "radiación ionizante", que es un carcinógeno humano.
La radiación ionizante incrementa el riesgo de ciertos tipos de cáncer más que de otros.
La glándula tiroides y la médula ósea son más sensibles a la radiación. Por eso, indica el Centro de Salud de la Universidad de Maryland, el cáncer de tiroides y la leucemia, un tipo de cáncer que surge en la médula ósea, son los más comúnmente inducidos por la radiación.
Con la exposición a la radiación, las células de la glándula tiroides y de la médula espinal comienzan a morir y su ADN a "intoxicarse", lo cual causa un proceso degenerativo celular. Las células se transforman en "malignas", es decir, en cancerosas.
La observación sobre la incidencia del cáncer de tiroides surge del análisis de las víctimas directas expuestas a la radiación nuclear. Estudios realizados luego de las bombas atómicas lanzadas en Japón y el accidente nuclear de Chernobil comprobaron la alta incidencia especialmente de cáncer de tiroides.
Japón es uno de los países que más sabe de las consecuencias de una nube tóxica causada por una explosión nuclear, ya que trató, y estudió, a las víctimas de la radiación producida por las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en 1945, durante la II Guerra Mundial.
En 1986, el accidente en la planta nuclear de Chernobil, dejó a miles con trastornos graves y afecciones crónicas. Estudios realizados luego de ambas tragedias permiten que la ciencia sepa más sobre las formas de prevenir y tratar a personas afectadas por la radiación