¿Qué pasaría si se toma alcohol bajo un tratamiento con antibióticos? Hay quienes aseguran que el alcohol impediría que los anticuerpos trabajen adecuadamente, mientras que otros consideran que se presentarían efectos secundarios.
Pero, ¿cuál de los dos grupos tiene la razón? Aunque hay diversas suposiciones sobre los efectos de esta mezcla en el cuerpo y los peligros que representa para la salud, al final podrían darse diversos escenarios.
Por ejemplo, las personas que se encuentran bajo medicación y deciden saltarse las dosis del tratamiento para beberse una botella de cerveza, no estarían tomando una decisión nada inteligente.
Y es que el riesgo de que se genere dentro del organismo resistencia de las bacterias hacia este medicamento aumenta considerablemente, según advierten los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Esto se traduciría en que las enfermedades que antes se trataban fácilmente, en un futuro se convertirán en infecciones peligrosas e intratables que prolongarán el sufrimiento de niños y adultos. De hecho, en algunos casos tales infecciones podrían llevar a la discapacidad grave incluso a la muerte, agregan los CDC.
Sin embargo, no en todos los casos podría darse este escenario. De acuerdo con un artículo escrito por Gwendolyn Gilbert, de la Universidad de Sydney, Australia, en caso que un paciente presente una infección leve y suspenda el tratamiento no representaría ningún riesgo de resistencia.
Además, el tiempo jugaría un rol importante, pues según la experta en el caso de infecciones sin complicaciones, el tiempo suficiente de medicación sería de tres días, aunque en la receta se especifiquen hasta cinco.
Mas alcohol, ¿menos salud?
Aunque algunos antibióticos no surten efectos secundarios en el organismo, también habría que considerar que ciertos tipos son capaces de presentar diferentes reacciones en el cuerpo.
Se ha encontrado que la cefalosporina cefotetan y la cefalosporina ceftriaxona hacen que se procese el alcohol de manera más lenta e incrementen los niveles de la sustancia acetaldehído, esto provocaría vómito, náuseas, enrojecimiento facial, dolor de cabeza, problemas para respirar y dolores en el pecho.
Asimismo, el disulfiram, un fármaco empleado en el tratamiento para la adicción al alcohol, surte un efecto similar, sólo que a diferencia de los demás antibióticos, se receta para inducir en el paciente estos síntomas y por consecuencia dejar de beber.
Otro fármaco es el metronidazol, mismo que se usa para tratar infecciones en los dientes, así como úlceras en las piernas y rozaduras por presión. No obstante no existe suficiente evidencia científica que avale que afecte a todos los pacientes que mezclan las pastillas con el alcohol.
Entre la lista también se encuentran otros nombres como tinidazol, linezolida y eritromicina, los cuales surten otros efectos en el organismo.