Los mocos pueden resultar desagradables para la mayoría de las personas, pero no son solo molestias pegajosas.
Conforman uno de nuestros principales métodos de protección contra amenazas externas, además, mediante el color o la contextura, pueden indicarnos qué tipo de peligro estamos enfrentando. Aquí podemos ayudarte a identificar cada caso.
Puntos clave
- El moco está compuesto en un 96% por agua y 4% por glucoproteínas, sustancias que cumplen una función defensiva contra virus, bacterias y gérmenes.
- Dependiendo su contextura o color, los mocos pueden ayudarnos a determinar en qué condiciones se encuentra nuestra salud general.
- A pesar de que los mocos son un filtro para los invasores y permiten un buen funcionamiento de nuestro sistema respiratorio, muchas veces se busca reducir su presencia.
- Para ello, se puede recurrir a diferentes medicamentos, como antihistamínicos, descongestionantes o irrigación nasal.
La mucosa abarca a las sustancias viscosas y adherentes que se producen en el tracto respiratorio (para proteger a los pulmones de la deshidratación), digestivo (para prevenir ataques bioquímicos en el estómago) o en el reproductor, laríngeo y ocular (cumpliendo funciones lubricantes).
Aquí vamos a centrarnos en las secreciones nasales, que, como indica su nombre, es el flujo que producen las membranas mucosas y fluye por las ventanas de la nariz.
El moco está compuesto por un 96% de agua y un 4% de glucoproteínas, sustancias cumplen una función defensiva contra virus, bacterias y gérmenes.
Estos agentes infecciosos puede añadirse a la secreción nasal cuando estamos resfriados o enfermos, facilitando el contagio a otras personas.
Los especialistas estiman que en condiciones normales producimos un litro de moco a diario, que, si bien parece mucho, es la medida justa para que las membranas respiratorias se encuentren bien lubricadas.
También se encargan de limpiar los pulmones, manteniéndolos libres de polvo y gérmenes, para luego ser enviados por el esófago hacia el estómago. Durante este proceso, el agua y las proteínas son reabsorbidas por el cuerpo.
Diferentes tipos
Existen casos donde las secreciones nasales pueden advertirnos que algo anda mal. Por ejemplo, durante un resfriado, las paredes y cavidades de la nariz se inflaman y producen más fluido de lo usual. Esto se traduce en el conocido "chorreo" o "goteo" durante la congestión.
Dependiendo su contextura o color, los mocos pueden ayudarnos a determinar en qué condiciones se encuentra nuestra salud general. A grandes rasgos, pueden dividirse en 6 grupos:
Transparentes
Son considerados normales, indicando que estamos sanos. Su composición se caracteriza por una gran presencia de agua, anticuerpos, proteínas y sales.
Al producir este tipo de moco, el cuerpo busca limpiar las fosas nasales, eliminando el polvo y otros tipos de contaminantes.
Si su contextura es espesa y se ve acompañado por comezón y estornudos, puede ser signo de un comienzo de alergia.
Blanco
Si la transparencia del caso anterior comienza a aclararse hasta lograr un color blanquecino, turbio y espeso, significa que estamos ante un resfriado común o infección.
Este cambio normalmente se debe a una pérdida de humedad en las fosas nasales.
Amarillo o Verde
Cuando las secreciones son de color amarillo, significa que nuestro cuerpo está trabajando para controlar una infección. Este tono se debe a la presencia de glóbulos blancos que mueren luego de combatir a los virus.
Si los mocos adoptan el verde característico, quiere decir que están luchando contra una enfermedad infecciosa. Si estos perduran por más de una semana, deberías ayudarlos consultando a un médico.
Rosa o Rojo
Este tono indica que te has lastimado, ya sea por un golpe o por sonarte demasiado fuerte la nariz. Si el flujo mantiene este color por más de media hora o encuentras demasiada sangre en él, no dudes en recurrir a un profesional.
Café
Este caso puede asustarte, pero esta coloración se debe a la presencia de sangre vieja que se secó y nuestro cuerpo intenta expulsar. También puede deberse a la inhalación de suciedad, en este caso, puedes limpiarte con un spray nasal.
Negro
Normalmente indica una infección micótica (cualquiera producida por un hongo). También puede ser común en los fumadores de tabaco, marihuana o que consuman estupefacientes.
Cómo controlarlos
A pesar de que los mocos son un filtro para los invasores y permiten un buen funcionamiento de nuestro sistema respiratorio, muchas veces se busca reducir su presencia.
Este puede ser el caso de las personas con sinusitis crónica (inflamación de las cavidades que rodean a las fosas nasales). Para ello, puedes recurrir a diferentes opciones:
- Antihistamínicos: son medicamentos de venta libre que bloquean las histaminas, sustancias que hacen que el tejido de la nariz se hinche y libere más moco. Sus efectos secundarios son dolor de cabeza, mareos, sequedad en la boca y somnolencia.
- Descongestionantes: se encargan de estrechar los vasos sanguíneos presentes en las paredes de la nariz. Esto reduce el flujo sanguíneo y así, la congestión y la producción mucosa. Sin embargo, los expertos advierten que pueden tener efectos indeseados, como espesor de los mocos, mareos, nerviosismo y presión arterial alta.
- Irrigación nasal: mediante agua salda se logra ablandar el moco acumulado. Pero, también puede tener un efecto contraproducente, ya que si se hace con demasiada frecuencia no solo logrará eliminar las bacterias dañinas, sino muchas que cumplen funciones protectoras.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo.