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Una forma rara pero peligrosa de un trastorno de la alimentación podría ser hereditaria

LUNES, 6 de febrero de 2023 (HealthDay News) -- Los genes podrían tener una fuerte influencia en si un niño desarrolla o no un trastorno de la alimentación caracterizado por unas opciones de comida extremadamente limitadas, encuentra un nuevo estudio.

El estudio se enfocó en una afección llamada trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos (TERIA). Se trata de un diagnóstico relativamente nuevo, que describe a las personas que limitan de forma extrema los tipos o la cantidad de alimentos que comen, pero no debido a preocupaciones con la imagen corporal ni en búsqueda de la delgadez.

Una forma rara pero peligrosa de un trastorno de la alimentación podría ser hereditaria

Más bien, la comida es el núcleo del problema. Las personas con TERIA podrían tener una fuerte aversión a distintos sabores, olores o texturas, tener poco apetito, o quizá tengan miedo de atragantarse, vomitar o sufrir una reacción alérgica si comen un alimento nuevo (con frecuencia debido a experiencias anteriores).

Los estudios sugieren que afecta a entre un 1 y un 5 por ciento de la población.

Pero los investigadores todavía saben poco sobre las causas. El nuevo estudio sugiere que una vulnerabilidad genética tiene un importante rol.

Unos investigadores suecos observaron los datos de casi 17,000 parejas de gemelos, y encontraron que los genes parecían explicar un 79 por ciento del riesgo de sufrir TERIA.

"Esto sugiere de forma contundente que los estudios genéticos tienen un inmenso potencial para ayudarnos a comprender las vías biológicas subyacentes del TERIA", comentó la investigadora principal, Lisa Dinkler, del Centro de Innovación en los Trastornos de la Alimentación del Instituto Karolinska, en Estocolmo.

Una especialista en trastornos de la alimentación que no participó en el estudio se mostró de acuerdo.

Los hallazgos ayudan a afirmar que hay procesos biológicos subyacentes del TERIA, señaló Kamryn Eddy, codirectora del Programa Clínico y de Investigación de los Trastornos de la Alimentación del Hospital General de Massachusetts, en Boston.

El TERIA no es solo "ser quisquilloso para comer", apuntó, ni un tema de elección personal.

La investigación sobre el componente genético del TERIA podría ayudar a comprender sus causas fundamentales, lo que a su vez podría ayudar a refinar el tratamiento, según Eddy, miembro del Consejo Asesor de Investigación de la Asociación Nacional de los Trastornos de la Alimentación (National Eating Disorder Association).

No resulta sorprendente que el TERIA presentara un fuerte componente genético.

"Sabemos que los factores genéticos contribuyen en gran medida al desarrollo de otros trastornos de la alimentación", aseguró Dinkler.

Pero anotó que la "heredabilidad" encontrada en este estudio fue mayor que la observada en otros trastornos, como la anorexia y la bulimia. La heredabilidad se refiere al grado hasta el cual los factores genéticos explican el riesgo de desarrollar una afección de la salud.

Los hallazgos, que se publicaron en la edición en línea del 1 de enero de la revista JAMA Psychiatry, se basan en poco menos de 17,000 parejas de gemelos de 6 a 12 años. Algunos eran gemelos idénticos, y algunos eran fraternos.

Los gemelos idénticos comparten todos sus genes, mientras que los gemelos fraternos son como los hermanos que no son gemelos, es decir, comparten más o menos la mitad de sus genes. Así, los estudios con gemelos permiten a los investigadores estimar hasta qué grado los genes, el ambiente compartido o el ambiente no compartido podrían contribuir a una afección de la salud dada.

En general, el equipo de Dinkler encontró que un 2 por ciento de los niños del estudio tenían un "fenotipo" del TERIA, es decir, tenían señales y síntomas del trastorno, basándose en los reportes de los padres y los expedientes médicos y de medicamentos recetados.

Como parte del análisis, los investigadores tomaron en cuenta las afecciones médicas que pueden afectar al apetito y la ingesta, además del autismo, que puede hacer que los niños sean muy quisquillosos para comer.

Al final, los investigadores encontraron que los genes explicaban alrededor de un 79 por ciento del riesgo de tener TERIA.

En general, los niños pequeños son muy quisquillosos para comer. Pero la mayoría lo superan con la edad. Entre los niños con TERIA sucede lo contrario, señaló Eddy, ya que se vuelven más rígidos en sus hábitos de alimentación a medida que crecen.

Esto puede conducir a deficiencias nutricionales y a un retraso en el crecimiento, aunque las personas con TERIA no necesariamente tienen un peso insuficiente. Cuando el TERIA persiste hasta la adultez, también puede tener consecuencias sociales, dado que un almuerzo de trabajo o una cita para cenar quizá resulten imposibles.

Pero las personas con el trastorno pueden recibir ayuda.

En el Hospital General de Massachusetts, afirmó Eddy, el tratamiento del TERIA implica una terapia cognitivo conductual durante un tiempo limitado, en que las personas practican hasta sentirse cómodas con una variedad más amplia de alimentos.

Y aunque los adultos con TERIA quizá hayan pasado muchos años con sus hábitos de alimentación, no es demasiado tarde para cambiarlos.

"Sabemos que el TERIA es tratable, y esto también es cierto respecto a los adultos", aseguró Eddy.

En cuanto a las investigaciones futuras, Dinkler añadió que su equipo desea ver si el TERIA comparte algunos factores genéticos específicos con otras afecciones, como la ansiedad, los trastornos del neurodesarrollo como el autismo, y las enfermedades gastrointestinales o metabólicas.

Más información

La Asociación Nacional de los Trastornos de la Alimentación ofrece más información sobre el TERIA.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Lisa Dinkler, PhD, postdoctoral researcher, Center for Eating Disorders Innovation, Karolinska Institute, Stockholm Sweden; Kamryn Eddy, PhD, co-director, Eating Disorders Clinical and Research Program, Massachusetts General Hospital, associate professor, psychiatry, Harvard Medical School, Boston; JAMA Psychiatry, Feb. 1, 2023, online

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