Cuando Karen Schirack, de 67 años, se resbaló al entrar en su casa en enero y se fracturó el fémur izquierdo en varios lugares, tuvo que tomar una decisión. ¿Debía operarse y tener su reemplazo de cadera cerca de Ajijic, México, en donde ha vivido durante 20 años, o viajar en avión, de regreso a su natal Ohio para cirugía y rehabilitación?
A medida que crece el número de jubilados estadounidenses que viven en el extranjero, deben tomar más decisiones de salud como la de Schirack. Si vivieran en los Estados Unidos, Medicare sería generalmente su opción de cobertura. Pero Medicare no paga por la atención fuera de los Estados Unidos, excepto en circunstancias limitadas.
Los jubilados en el extranjero pueden acceder a seguros privados y a planes nacionales de salud. Sin embargo, es posible que no reciban la atención integral de alta calidad a un precio asequible que los jubilados esperan de Medicare. Ante opciones imperfectas, algunos improvisan diferentes tipos de seguros, una combinación que incluye Medicare.
Eso es lo que ha hecho Schirack. Paga alrededor de $3,700 anuales por una póliza de seguro privado a través de Allianz que cubrió su cirugía en un hospital privado en Guadalajara, a una hora de Ajijic. También tiene un seguro de evacuación médica que habría pagado por su vuelo a los Estados Unidos, si hubiera usado esa opción. Eso le cuesta unos $3,000 por cinco años. Y paga por la Parte B de Medicare, que puede usar cuando visita a su familia en los Estados Unidos. (La prima estándar de la Parte B es de $135.50 mensuales).
Schirack tiene una cicatriz que va desde la cintura hasta la mitad del muslo, pero ya no necesita cuidados de enfermería en el hogar y completó en junio varios meses de terapia física. Después de terminar otra serie de cinco meses, espera volver a la normalidad.
Su plan privado pagó el equivalente a unos $20,000 por su cirugía. Antes de salir del hospital, Schirack tuvo que cubrir su parte del total, unos $2,400, más otras facturas por otros gastos, incluyendo las transfusiones de sangre.
Después de salir del hospital, tuvo que pagar por otros servicios —enfermeras a domicilio, fisioterapia y medicamentos— y presentar las facturas a la aseguradora para su reembolso. Estima que gastó unos $10,000 y que hasta ahora se le han reembolsado alrededor de dos tercios de esa suma.
Si la hubieran operado en los Estados Unidos, se habría enfrentado a menos problemas de papeleo, dijo Schirack, “pero la verdad, no me puedo quejar”.
La calidad de la atención sanitaria varía mucho de un país a otro, al igual que los servicios disponibles para los residentes extranjeros. Y hay bastantes de estos estadounidenses en el exterior.
De 2012 a 2017, el número de trabajadores jubilados que vivían en países extranjeros y que recibían beneficios del Seguro Social creció casi un 15%, a más de 413,000, según la Administración del Seguro Social. Las cifras más elevadas se registraron en Canadá (casi 70,000) y Japón (más de 45,000). México ocupó el tercer lugar, con cerca de 30,000 trabajadores retirados.
Para ellos, los seguros de salud privados pueden proporcionar una cobertura decente, pero se les puede negar una póliza o cobrar tarifas más altas por razones médicas. Los planes pueden negarse a cubrir algunas condiciones preexistentes. La póliza de Schirack, por ejemplo, no cubre ningún servicio relacionado con sus alergias.
Los seguros privados pueden ser problemáticos por otra razón: pueden tener límites de edad. El plan GeoBlue Xplorer Essential, por ejemplo, sólo inscribe a personas de 74 años o menos, y la cobertura expira al cumplir los 84. En contraste, la elegibilidad para Medicare generalmente comienza a los 65 años y continúa hasta que muere el beneficiario.
Y los seguros no son baratos. Un hombre de 70 años podría pagar $1,900 al mes por un plan Xplorer Essential con un deducible de $1,000, dijo Todd Taylor, director de ventas de GeoBlue. Un plan con un deducible de $5,000 podría costar $1,400 mensuales. Esto no incluye la cobertura de los servicios en los Estados Unidos.
Las tarifas también pueden variar según el país. Un estadounidense de 67 años que vive en Costa Rica y compra un plan Cigna de nivel medio con un deducible de $750 para atención hospitalaria y $150 para atención ambulatoria podría pagar $1,164 al mes, dijo David Tompkins, presidente de TFG Global Insurance Solutions. La misma póliza podría costar $913 en Francia, agregó.
Dado que la atención médica es a veces mucho menos costosa en el extranjero, algunos jubilados optan por pagar de su bolsillo por servicios menores o de rutina.
Claudia Peresman, de 63 años, se mudó de Stonington, Connecticut, a San Miguel de Allende, en el centro de México, en noviembre pasado. En su primera noche allí se tropezó en el baño, se golpeó la cara contra una pared y se partió el labio. Sus vecinos la ayudaron a llamar a un taxi que la llevó a una sala de emergencias en un hospital cercano, donde el personal limpió la herida y la envió a casa. Le costó unos $25 en efectivo.
Peresman recientemente compró un seguro privado con un deducible de $2,500, que le cuesta unos $100 al mes.
“Yo quería un plan de cobertura catastrófica”, dijo. “Las cosas son tan asequibles aquí que, aparte de la hospitalización, podría pagar el resto”.
Incluso cuando los jubilados compran una póliza privada, Medicare es otra pieza del rompecabezas que tienen que considerar. Una vez que las personas son elegibles para la cobertura de Medicare, generalmente a los 65 años, son penalizados con una multa del 10% de la prima por cada 12 meses que no están inscritos en la Parte B, que cubre los servicios ambulatorios.
(Las personas que tienen 65 años pero que todavía están cubiertas por un plan a través del empleador generalmente no enfrentan esa multa).
Después de pagar al sistema de Medicare durante décadas, no es de extrañar que algunos expatriados se sientan frustrados porque generalmente no pueden usar el programa fuera de los Estados Unidos.
Así es como está escrita la ley, explicó un funcionario de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS).
“CMS no puede hablar ni especular sobre las intenciones del Congreso”, indicó el funcionario.
Y los jubilados deben considerar si pasarán el resto de sus vidas en el extranjero.
“Aunque ése sea su objetivo, ¿se lo permitirá su salud y su movilidad?”, se preguntó el doctor David Shlim, de 69 años, quien trató a muchos expatriados cuando dirigía una clínica en Katmandú, Nepal, en los años 80 y 90. “La gente debería considerar la posibilidad de tener que volver a los Estados Unidos, cómo van a hacerlo y cómo lo van a pagar”.
Las reglas sobre si los no ciudadanos pueden inscribirse en un plan nacional de salud varían de un país a otro.
Después de vivir en los Estados Unidos durante casi 30 años y criar una familia aquí, Alberto Avendaño, de 61 años, está regresando en agosto al norte de España con su esposa, Zuni Garro, también de 61. Avendaño tiene doble ciudadanía y su esposa es ciudadana estadounidense. La pareja puede inscribirse en el sistema de salud universal español y recibir atención médica. También planean comprar un plan privado para acceder a algunos servicios sin tener que esperar, dijo Avendaño.
Una vez cumplidos los 65, considerarán inscribirse en Medicare, explicó Avendaño, pero eso dependerá de sus circunstancias. Sus dos hijos viven en los Estados Unidos.
“Es algo que forma parte de nuestro sistema estadounidense y nos gustaría poder utilizarlo”, agregó.
Peresman también tiene unos años antes de cumplir los 65 para tomar una decisión, pero se está inclinando en la otra dirección. Le preocupa que el programa de Medicare no exista en su forma actual cuando llegue el momento de decidir.
“Me inscribiría si fuera absolutamente gratis”, dijo. “Pero ya estoy pagando $100 dólares al mes aquí”.