No importa dónde vivan, su raza, origen ni los antecedentes de salud de sus padres, todos los niños deben recibir la vacuna contra la hepatitis B. Y cuanto antes, mejor.
La hepatitis B es una enfermedad infecciosa del hígado que es causada por un virus. En algunas personas el tratamiento es sencillo, pero en otras eliminar el virus es casi imposible y la infección se hace crónica, es decir, de por vida porque no tiene cura. A largo plazo, la hepatitis B crónica puede causar problemas de salud tan graves como el cáncer de hígado.
Las personas pueden tener y propagar el virus, incluso cuando no tienen síntomas. Por ejemplo, las madres pueden transmitirlo a su bebé durante el parto, sin saberlo, a través de la sangre y los fluidos corporales. Los bebés también pueden contraer la hepatitis B a través de otros fluidos corporales que contienen una pequeña cantidad de sangre de una persona infectada.
Cuanto más pequeño es un bebé cuando está infectado con el virus, mayor es su probabilidad de desarrollar hepatitis B crónica. Los riesgos están donde menos esperas, por eso, antes de llevar a tu bebé a casa, asegúrate de que esté protegido contra la enfermedad.
Por qué debes poner la vacuna a tu hijo
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Academia Americana de Pediatría y la Academia Americana de Médicos de Familia recomiendan que todos los niños reciban la primera dosis de la vacuna contra la hepatitis B poco después del nacimiento y completen con refuerzos entre los 6 y los 18 meses de edad. Se trata de una vacuna muy segura y efectiva que actúa como una red de seguridad y reduce el riesgo de contraer la enfermedad a través de familiares que pueden no saber que están infectados.
Si vacunas a tu bebé:
- Lo proteges de la hepatitis B.
- Proteges a otras personas de la enfermedad porque los niños generalmente no tienen síntomas, pero pueden transmitirla sin que nadie sepa que están infectados.
- Evitas que tu hijo desarrolle enfermedad hepática y afecciones relacionadas, como cáncer de hígado.
Muchos bebés que contraen el virus no presentan síntomas y tienen 90% de probabilidad de desarrollar hepatitis B crónica. Aproximadamente 1,800 personas mueren cada año por enfermedad hepática relacionada con la hepatitis B, solo en Estados Unidos.
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