Pequeños trozos de plástico. Eso fue lo que encontraron en las heces de los personas que participaron en un estudio de la Universidad Médica de Viena y la Agencia de Medio Ambiente de Austria.
Se trata de una pequeña prueba piloto de solo ocho participantes que se llevó a cabo para buscar microplásticos en el excremento de estas personas, provenientes de Finlandia, Italia, Japón, los Países Bajos, Polonia, Rusia, Reino Unido y Austria. En todas las muestras de heces encontraron una variedad de microplásticos (trozos de menos de 0.5 centímetros de largo, similares a un grano de arroz).
"Este es el primer estudio de este tipo y confirma lo que sospechamos hace mucho tiempo, que los plásticos finalmente llegan al intestino humano”, explicó en un comunicado Philipp Schwabl, gastroenterólogo en la Universidad Médica de Viena y autor principal de la investigación.
Para realizar el estudio, los participantes llevaron diarios de alimentos durante una semana y proporcionaron muestras de excremento que fueron analizadas con un espectómetro. Se detectaron hasta nueve tipos de plásticos, siendo los más comunes el polipropileno y el tereftalato de polietileno (PET), es decir, los principales componentes de las botellas y las tapas de plástico.
Pese a que los biólogos marinos han advertido sobre los peligros que representan los microplásticos para los océanos, el estudio indica que los microplásticos también están ingresando a nuestros cuerpos por otros medios. “Es altamente probable que la comida es contaminada con plásticos durante varias etapas del proceso de alimentos o como resultado del empaquetado”, explicó Schwabl.
Los investigadores habían sospechado desde hace mucho tiempo que los microplásticos serían descubiertos en los intestinos humanos. Cada minuto, personas de todo el mundo compran un millón de botellas de plástico y dos millones de bolsas del mismo material. Muchos de esos artículos se descomponen en pequeños pedazos conocidos como microplásticos.
Billones de microplásticos han aparecido en los océanos y en el interior de los peces, han sido detectados en 83% de las muestras de agua del grifo tomadas alrededor del mundo (Estados Unidos tiene el índice más alto) y han aparecido hasta en la sal de mesa. Ahora sabemos que también se depositan en nuestros intestinos: “Es altamente probable que la comida sea contaminada con plásticos durante varias etapas del proceso de alimentos o como resultado del empaquetado”, dijo el investigador.
No hay certeza sobre las implicaciones para la salud de estos hallazgos. Según Schwabl, lo que sí puede ser una preocupación mayor que los microplásticos estén asociados con cualquier contaminante químico que se haya filtrado durante el paso por los intestinos y se acumule en los tejidos o las implicaciones para los pacientes con enfermedades gastrointestinales.
Los investigadores esperan completar un estudio más extenso con los métodos que han desarrollado para definir los alcances de sus hallazgos.
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