Los intestinos cumplen una función muy importante, no sólo en el proceso digestivo, ya que su medioambiente bacteriano o microbiota puede influir en el riesgo de padecer diversas enfermedades. Por ello, es vital mantenerlo bajo control y en óptimas condiciones.
El malestar intestinal se caracteriza por generar dolores abdominales,
cólicos o hinchazón, exceso de gases, diarrea o estreñimiento y
mucosidad o sangrado en las heces. Dependiendo el cuadro que los
produzca, estas señales pueden mantenerse, mejorar con el tiempo e
incluso desaparecer. Sin embargo, cuando los dolores se extienden por
dos o más días, se recomienda consultar a un médico.
Debido a que las afecciones intestinales son muy variadas, sus
responsables también lo son. Sin embargo, los especialistas coinciden
que se puede abracar algunos puntos en común: antecedentes familiares y
genéticos, estrés o ansiedad, mala alimentación y hábitos sedentarios.
Para cuidar tus intestinos y prevenir enfermedades, sigue estos
consejos:
Estilo de vida
Muchos problemas están relacionados con nuestros hábitos, y con
frecuencia no hay una forma rápida de solucionarlos. Pero, una manera de
comenzar a cuidar nuestros intestinos es adoptando rutinas más
organizadas. Procura dormir de noche entre 7 y 8 horas, incorporar una
dieta saludable, con porciones más pequeñas, y hacer ejercicio. Todo
tipo de actividad es un buen comienzo, incluso caminar.
La evidencia científica señala que las personas que padecen estrés desde
jóvenes tienen más probabilidad de desarrollar problemas intestinales.
Si bien los profesionales aún no comprenden los mecanismos detrás de
este vínculo, se creen que las alteraciones emocionales pueden afectar
la comunicación entre el cerebro y el intestino, o generar hábitos que
afecten el funcionamiento digestivo.
Come más fibra
La fibra es un compuesto esencial para lograr un buen funcionamiento
intestinal y prevenir el estreñimiento y los gases. Puede ser soluble,
atrae el agua, reduce el colesterol y ralentiza la digestión, o
insoluble, que facilita el tránsito de los alimentos. A pesar de sus
beneficios, la mayoría de los estadounidenses no incorpora suficiente
fibra en sus dietas.
Los especialistas recomiendan consumir entre 20 y 30 g de fibra por día,
comenzando con porciones pequeñas. Puedes encontrarla en alimentos como
avena, cebada, frutos secos, especialmente nueces, semillas, lentejas,
granos integrales, salvado, trigo y en la mayoría de las frutas y
vegetales de hoja.
Algunos alimentos ricos en fibras, conocidos como FODMAP
(oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables)
pueden ser difíciles de digerir. Esta categoría incluye algunas frutas y
vegetales, productos lácteos y a base de trigo o centeno. Si tienes
síndrome del intestino irritable, tu médico puede recomendarte una dieta
con bajo contenido de FODMAP.
Vegetales y frutas
Incorporar una variedad de frutas, vegetales, granos integrales y frutos
secos en tu dieta no solo te garantizará una buena dosis de fibra,
también obtendrás muchos nutrientes esenciales. Además, estos alimentos
aumentan la sensación de saciedad, por lo que tu intestino estará
agradecido de que quede menos espacio para los bocadillos o antojos poco
saludables.
Probióticos con moderación
Es posible que hayas oído que los probióticos, microbios vivos similares
a los que se encuentran en el intestino humano, pueden mejorar la
función intestinal. Debido a que en los últimos años muchos estudios los
vincularon con propiedades saludables, se los comenzó a llamar
"bacterias amigas" o "bacterias buenas". Puedes encontrarlos en
suplementos o en alimentos como el yogur o el kéfir.
Diferentes investigaciones indican que los probióticos ayudan a prevenir
la diarrea asociada con el consumo de antibióticos y mejoran los
síntomas del síndrome del intestino irritable. Sin embargo, los expertos
reconocen que son necesarios más estudios que confirmen estas
asociaciones. Por eso, si decides incorporarlos a tu dieta o tomar
suplementos, consúltalo antes con un profesional.
Recuerda
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de
ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base
de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado. No abandones ni
modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor
sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o
complementarias.
Fuentes consultadas:
Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales, Biblioteca Nacional
de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Instituto Nacional de Medicina
Complementaria y Alternativa.