La enfermedad celíaca, a veces llamada celiaquía, es una reacción del sistema inmunitario al consumo de gluten.
Generalmente, provoca malestar gastrointestinal, aunque también puede aumentar el riesgo de distintas afecciones, incluidos los problemas bucales. Conoce aquí cómo debe ser la higiene dental para las personas con enfermedad celíaca.
Puntos clave
- La enfermedad celíaca es una reacción del sistema inmunitario al consumo de gluten.
- Esta afección se asocia a un mayor riesgo de padecer diferentes problemas bucales, como aftas, caries, defectos en el esmalte dental o sequedad bucal.
- Para mantener una buena higiene bucal, los especialistas recomiendan optar por pastas de diente o enjuagues bucales libres de gluten.
- También es necesario cepillar los dientes correctamente, mantener una dieta saludable (libre de gluten) y visitar regularmente al dentista.
El gluten es un conjunto de proteínas que se encuentra en el trigo, cebada, centeno y en los alimentos derivados de estos granos, como las harinas. Es la sustancia que aporta estructura y aglutina. Cuando se lo consume, quienes tienen enfermedad celíaca puede sufrir una respuesta inmunitaria en el intestino delgado, que provoca diferentes síntomas:
- Diarrea.
- Dolor abdominal.
- Estreñimiento.
- Hinchazón y flatulencias.
- Pérdida de peso involuntaria.
- Náuseas y vómitos.
Muchas de las personas que tienen enfermedad celíaca también pueden experimentar síntomas que no están necesariamente relacionados con el sistema digestivo, como:
- Anemia, generalmente por deficiencia de hierro.
- Disminución del funcionamiento del bazo, un órgano que ayuda a filtrar las células dañadas del flujo sanguíneo.
- Dolores articulares.
- Dolores de cabeza y fatiga.
- Erupciones cutáneas con picazón y ampollas.
- Pérdida de densidad ósea (osteoporosis) o reblandecimiento óseo (osteomalacia).
- Lesiones del sistema nervioso, incluidos entumecimiento y hormigueo pies y manos, posibles problemas con el equilibrio y deterioro cognitivo.
Qué problemas bucales puede causar la celiaquía
Además de los problemas antes mencionados, la enfermedad celíaca puede elevar el riesgo de sufrir distintas afecciones bucales:
- Aftas: estas son úlceras o llagas abiertas y dolorosas en la boca.
- Caries: esto parece deberse a cambios estructurales que tienen lugar en los dientes de leche, a defectos en el esmalte y a un flujo salival menor.
- Defectos en el esmalte dental: la celiaquía sin diagnosticar o mal controlada durante las etapas de formación dental puede afectar al desarrollo del esmalte, tanto en los dientes de leche como en los definitivos. Los expertos creen que esto puede deberse a la reacción inmune provocada por el gluten, así como a la dificultad que las personas con celiaquía tienen para absorber ciertos nutrientes, como el calcio.
- Retraso en el desarrollo dental: los dientes de leche, así como los definitivos, pueden tardar más tiempo en salir.
- Sequedad bucal: esto puede deberse a cambios en la composición orgánica e inorgánica de la saliva.
Cómo debe ser la higiene dental
Debido al mayor riesgo para la salud bucal que representa la enfermedad celíaca, los expertos recomiendan que los pacientes celíacos presten un especial atención a la higiene bucal.
Esto en parte se debe a que no existe una cura para la enfermedad celíaca, por lo que la única manera de mantener bajo control sus síntomas es mediante una dieta libre de gluten.
Sin embargo, la exposición al gluten también se puede dar por fuera de la dieta, ya que puede encontrarse en otros lugares impensables, como medicamentos, suplementos herbales y nutricionales, plastilina con la que juegan los niños (play-dough), y lápices o bálsamos labiales.
Las pastas de dientes o el enjuague bucal no son la excepción, y pueden contener gluten, por lo que la recomendación de los expertos es consultar a médicos u odontólogos por opciones gluten free.
Más allá de elegir productos para la higiene bucal libres de gluten, los cuidados que las personas con enfermedad celíaca deben tener en cuenta no difieren de aquellos que el resto de las personas tienen que llevar adelante.
Cómo cepillar los dientes
Empieza cepillando las caras exteriores de los dientes superiores. Para ello, abre ligeramente la boca y coloca el cepillo de forma tal que forme un ángulo de 45° con las encías.
Realiza varios movimientos circulares para abarcar con las cerdas del cepillo los dientes y encías. ¡Pero cuidado! Estos movimientos deben ser suaves, ya que al ejercer demasiada presión se pueden lastimar o irritar las encías.
Para las caras interiores, coloca el cepillo en forma vertical y haz varios movimiento de arriba hacia abajo, abarcado la zona de colmillo a colmillo. Para los premolares y molares de cada lado, se recurre a un barrido con el cepillo en forma horizontal.
Una vez que termines con los dientes superiores, puedes repetir el proceso con los dientes inferiores.
Finalmente, toca ocuparse de la lengua (un paso que muchas personas suelen saltarse). Lo ideal es usar un raspador lingual, pero si usas el cepillo el procedimiento será el mismo: sacar la lengua y comenzar a barrer desde atrás hacia delante.
Después de lavar los dientes, siempre se debe enjuagar el cepillo de dientes con agua, guardarlo en posición vertical y dejarlo secar al aire hasta que se lo vuelva a usar.
También se aconseja mantenerlo separado de otros cepillos de dientes, para evitar la contaminación cruzada, y no cubrirlo ni guardarlo en recipientes cerrados, ya que eso puede estimular el desarrollo de hogos o bacterias.
Los especialistas recomiendan cepillar los dientes dos veces al día y que cada cepillado dure entre dos y tres minutos. El momento adecuado para hacerlo es después de comer, antes de que las bacterias bucales ataquen el esmalte de los dientes.
Otro hábito que puede parecer saludable o que funciona como una forma de reforzar la higiene bucal, es cepillar los dientes muchas veces al día. Sin embargo, los expertos advierten que esto puede aumentar el riesgo de dañar las encías y desgastar el esmalte dental, dejando ciertas partes de los dientes desprotegidas.
Otros hábitos saludables
Cepillar correctamente los dientes es un hábito fundamental para cuidar la salud bucal y prevenir distintas afecciones, pero no el único. Ten en cuenta estas medidas:
- Reemplazar el cepillo de dientes cada tres o cuatro meses, o cuando las cerdas se muestren irregulares o abiertas.
- Usar enjuague bucal e hilo dental regularmente, ya que las bacterias que causan caries pueden alojarse entre los dientes y bajo la línea de las encías.
- Beber mucha agua, para evitar la acumulación de restos de comida o bacterias.
- Seguir una dieta saludable, rica en frutas, vegetales y legumbres, a la vez que se limitan los productos grasosos, azucarados, fritos o muy salados.
- Evitar los bocadillos frecuentes entre comidas. Esto permite un mejor control de las bacterias bucales con dos cepillados de diente al día.
Otro hábito que no debe descuidarse son las visitas al dentista. Lo aconsejable son dos veces al año, sin embargo, deberás consultarlo cuanto antes frente a la aparición de:
- Dientes permanentes débiles o flojos.
- Dolores al masticar.
- Encías enrojecidas, sensibles, inflamadas o sangrantes.
- Encías que comienzan a separarse de los dientes.
- Mal aliento persistente o un sabor inusual en la boca, incluso tras lavarte.
- Sensibilidad inusual al frío y al calor.
Fuentes consultadas: Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA), Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Celiac.org., Centro de Enfermedad Celíaca de la Universidad de Columbia, Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Clínica Mayo.