Saltarse el desayuno es una práctica bastante común… y dañina. La necesidad de salir de casa rápido para llegar a tiempo al colegio es la excusa perfecta para que los niños no hagan la primera comida del día, aunque este hábito pueda comprometer su salud.
La mala nutrición durante los primeros años de vida afecta el desarrollo intelectual y puede disminuir hasta 15 puntos el nivel del coeficiente intelectual, de acuerdo al Instituto de Neurociencias Buenos Aires (INEBA). Desayunar, en cambio, se ha asociado a un mejor rendimiento académico y mejores habilidades sociales y puede influir positivamente en la prevención de la obesidad.
Asimismo, en un estudio reciente hecho en Grecia encontraron que saltarse el desayuno no solo era común en los niños en edad escolar, la tendencia era que estos tenían un estilo de vida poco saludable. Los hallazgos fueron publicados en Nutrición y Dietética e indicaron que, de 177,091 niños griegos de 8 a 17 años de edad, el 22,4% de los varones y el 23,1% de las hembras omitieron el desayuno.
En general, quienes no desayunaban eran de mayor edad, tenían sobrepeso, llevaban una dieta deficiente, no hacían actividad física adecuada, ni dormían lo suficiente (menos de ocho horas). Estos malos hábitos alimenticios, de sueño y el aumento del tiempo frente a la pantalla (más de dos horas) incrementaron las probabilidades de saltarse el desayuno en un 80%, 23% y 22,5%, respectivamente.
“Si no se alimenta bien el niño, este no solo aprende de manera inadecuada sino que su relación con el entorno a través del juego o el apego también es menor. La alimentación es un acto voluntario y consciente, por lo que debe ser un acto educativo”, explicó en un comunicado Teresa Cóccaro, nutricionista de INEBA.
Cómo debe ser el menú ideal
Lo más recomendable es que el adulto organice una rutina que el niño pueda seguir y aprender por patrón de repetición. El menú, más que restrictivo en calorías, debe ser sano y en porciones adecuadas.
La experta de INEBA sugiere que los niños hagan cuatro comidas al día que incluyan todos los grupos alimentarios. Por ejemplo, un vaso de leche o yogurt descremados, carnes magras, huevo, frutas, verduras, pan integral, pastas, arroz y galletas. La bebida principal debe ser agua.
Es importante incluir hierro, el nutriente más importante en el crecimiento y en el desarrollo intelectual y cognitivo de los niños que, además, puede prevenir anemias. Este mineral está presente en carnes rojas, huevos, lácteos fortificados y en vegetales de hoja verde.
“Los niños deben llevar una alimentación acorde a su edad”, explica la nutricionista. Su recomendación es incluso incluir una galleta dulce o rellena, eventualmente, pero en pequeñas porciones y acompañandolas con otros alimentos como lácteos y frutas.
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