Al decir “grasas” muchas veces se piensa que es una mala palabra desde el punto de vista nutricional. Pero no son todas iguales, y un nuevo estudio investigó el efecto del consumo de grasas saturadas y grasas trans. Y halló que las primeras, presentes por ejemplo en la carne y la manteca, no serían las principales responsables de provocar enfermedades cardíacas o muerte prematura.
El grupo de investigadores descubrió, sin embargo, que las grasas trans, presentes en alimentos altamente procesados como snacks, margarinas y productos horneados, sí se vinculan con problemas cardíacos.
Russell de Souza, autor del estudio y profesor de epidemiología clínica y bioestadística en la universidad canadiense McMaster, de Hamilton, en Ontario, explica que si bien no llegaron a las mismas conclusiones en todos los estudios que analizaron, en general hallaron un vínculo entre el alto consumo de grasas trans y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y muerte prematura.
De Souza, quien también es dietista registrado, indica que estas grasas trans no aportan ningún beneficio a la salud, por eso lo adecuado sería no incluirlas en los alimentos. En la actualidad, las Guías Dietarias para Americanos limitan el consumo de grasas saturadas a menos de un 10% de la ingesta diaria total, y las grasas trans a menos de un 1%.
Lo novedoso del estudio publicado en el British Medical Journal (BMJ) es que el peligro que implica el consumo de grasas trans parecería no ser el mismo en el caso de las grasas saturadas. En más de 60 estudios analizados no hallaron evidencia cierta de que consumir más grasas saturadas aumente el riesgo de muerte por alguna causa, ni de accidente cerebro vascular, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiacas.
De todos modos, la evidencia no alcanza para asegurar que no aumentan el riesgo de muerte prematura causada por una enfermedad cardiaca, ni para afirmar que su consumo puede llegar a ser beneficioso para la salud.
A raíz del mensaje ambiguo de este nuevo estudio, Lona Sandon, profesora de nutrición clínica del Centro Médico de la Universidad de Texas, pidió cautela en la interpretación. Su temor es que la gente crea que es una licencia para “liberar” el consumo de grasas saturadas.
A pesar de sus hallazgos, De Souza coincide con ella y también aconsejó precaución. Y sugiere tratar de reemplazar las grasas saturadas por otras más saludables como las presentes en el aceite de oliva y canola, las nueces y el aguacate. Todas ellas son mucho más beneficiosas para la salud, ya que permiten reducir los niveles de colesterol y alejar el riesgo de enfermedades cardiacas.