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El actor de Spartacus reveló su "infernal" entrenamiento

A fin de enero se estrenó “La guerra de los malditos”, la última temporada de la saga de Spartacus. Lejos quedaron las épocas de la primera parte, “Sangre y arena”, protagonizada por Andy Whitfield. Ni bien apareció en la pantalla, la serie despertó mucho interés en los televidentes por su alto contenido de violencia y sexualidad.

Al momento de comenzar a grabar la segunda temporada, los médicos le diagnosticaron cáncer a Whitfield, y ante la imposibilidad de continuar con la filmación, los productores decidieron rodar la precuela de seis episodios, “Spartacus, dioses de la arena”. ¿En qué consiste una precuela? En lugar de continuar la historia, se remiten a hechos del pasado develando causas del argumento de la primera parte. Whitfield, lamentablemente murió a fines de 2011, a los 39 años.

El actor de Spartacus reveló su "infernal" entrenamiento
Starz Entertainment

Para la segunda temporada, "Spartacus: Venganza” se eligió al australiano Liam McIntyre, que era casi un desconocido cuando se presentó al casting para el papel del gladiador. Aunque venía de haber bajado mucho de peso para una película anterior, fue seleccionado pero lo mandaron inmediatamente al gimnasio.

Los guionistas decidieron que en la temporada final, el gladiador se viera especialmente brutal, y el más fuerte entre los fuertes. McIntyre concurrió a un boot camp durante varias semanas, para adquirir más fuerza y músculos, mejorar su estilo de lucha y tener más coordinación física. Tyrone Bell, doble de cuerpo y entrenador personal, reconoce que el actor es ágil y tiene una actitud muy competitiva, que lo ayuda a superarse día a día. “El peso que yo levanto, él también lo quiere levantar, no retrocede ante nada”. Eso es algo muy bueno para un gladiador, bromea.

Durante el entrenamiento, el elenco realizó una variedad de ejercicios desafiantes, como lanzamientos con pesada pelotas medicinales, elevaciones con martillo y desplazamiento de neumáticos rellenos con cemento. El circuito incluyó 10 repeticiones de cada ejercicio, luego otras 9 repeticiones, 8, 7, y así sucesivamente ¡para finalizar con un round de 10 repeticiones de todo!

Algunas veces hacían un circuito llamado “Dirty 30”, que según McIntyre, es como estar media hora en el infierno. Se divide en segmentos de 10 minutos tan intensos que terminan exhaustos y con náuseas. Se les daba un ejercicio y cierta cantidad de repeticiones, para completar en un minuto. Si los hacían antes del tiempo, podían descansar. Si no, se acumulaban para el final. Entre todos lograban motivarse para seguir adelante, y el premio era inmenso, ya que notaban como día a día su físico crecía y mejoraba.

Para mantener la energía, McIntyre desayuna grandes cantidades de avena con proteína en polvo, y en el resto de las comidas combina proteínas - pollo o pescado - con vegetales, y a veces carbohidratos “buenos” como batata o arroz integral. Y eso es todo. Una vez a la semana, durante dos horas, se le permite comer lo que quiera, en la cantidad que desee. A veces elige pizza o hamburguesas, y como a su novia le gusta cocinar tortas, los viernes lo espera con un buen cheesecake.

A veces tiene la tentación de salirse de la dieta, pero recuerda las advertencias de su entrenador: “hay que comer bien, no solo por el aspecto estético, sino para tener el máximo de energía y fuerza para realizar el entrenamiento sin lesiones. Solo así podrás estar en condiciones de hacer las escenas de lucha que te piden”.

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