Cada vez son más los expertos que coinciden con que la diabetes, por su progresión y número de casos, actúa como una enfermedad epidémica.
A pesar de que es una de las principales causas de mortalidad de este siglo, es una afección prevenible. Para anticipar su aparición, vamos a repasar sus principales señales de advertencia y que medidas son útiles para mantenerla alejada.
Puntos clave
- Aunque es una enfermedad prevenible, la diabetes, por su progresión y número de casos, se convirtió en la "pandemia del siglo XXI".
- Para anticiparse a su aparición, los especialistas señalan que se deben conocer las señales de advertencia, y así recibir diagnósticos y tratamientos tempranos.
- Los primeros síntomas suelen ser: mucha sed, fatiga, problema de la vista y encías, pérdida de peso, entumecimiento de manos y pies, y heridas o infecciones frecuentes.
- Se puede prevenir o retrasar su aparición con cambios en el estilo de vida, como no fumar, mantener una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente y controlar el peso.
Señales de advertencia de la diabetes
Prevenir la diabetes identificando los primeros signos o síntomas es útil para recibir un diagnóstico y tratamiento temprano, y así reducir el riesgo de complicaciones. Ten en cuenta las siguientes señales de advertencia:
Mucha sed
Generalmente, la sed excesiva puede pasar desapercibida como un signo de la diabetes, ya que es una señal bastante común. Si esto se vuelve frecuente, deberás consultar a un experto.
Cuando tienes diabetes se acumula glucosa en la sangre, forzando el trabajo de los riñones para poder filtrarla y absorberla.
Cuando los riñones no pueden seguir este ritmo, la glucosa se excreta directamente por la orina, arrastrando líquido de los tejido con ellas. Esto provoca deshidratación y sed respectivamente.
Entumecimiento de manos y pies
El entumecimiento o popular "hormigueo" en las manos y pies puede ser una señal temprana de diabetes, específicamente de neuropatía diabética.
Esto ocurre por la presencia constante de glucosa en sangre, que a la larga afecta y debilita el funcionamiento de los nervios.
Esta situación puede agravarse si además de los altos niveles de azúcar en sangre el paciente fuma o sufre hipertensión.
Heridas e infecciones frecuentes
Cuando las concentraciones de glucosa en sangre son elevadas pueden afectar el flujo sanguíneo y perjudicar los procesos de recuperación del organismo.
Esto se traduce en la aparición de heridas con mayor frecuencia o en tiempos más largos de curación, especialmente en los pies.
También es común que algunas mujeres con diabetes experimenten más infecciones vaginales y de la vejiga.
Daño en las encías
Además de una circulación deficiente, los altos niveles de glucosa en sangre también provocan dificultades para combatir infecciones.
Esto suele apreciarse en primer lugar en las encías, que se muestran rojas, inflamadas o sensibles.
En el peor de los casos, los dientes pueden aflojarse o se desarrollan llagas o ampollas de pus en las encías.
Fatiga
Los niveles altos de glucosa en sangre afectan la capacidad del organismo de utilizar el azúcar para cubrir sus necesidades energéticas y garantizar un correcto funcionamiento celular. Esto puede provocar, entre otras cosas, cansancio o fatiga extrema e inexplicable.
Pérdida de peso involuntaria
El exceso de glucosa provoca micción frecuente, y con ello también se pierden muchas calorías. Además, la diabetes puede dificultar la correcta absorción del azúcar por parte de las células, provocando adelgazamiento rápido y una mala función del organismo.
Problemas de la vista
Los altos niveles de glucosa en sangre pueden causar la extracción de líquido de los tejidos, incluidos los cristalinos de los ojos. Esto afecta la capacidad de hacer foco.
Aunque para la mayoría de las personas estos cambios tempranos no causan problemas de visión, si progresan sin ser detectados pueden llevar a la pérdida de la visión o ceguera.
Cómo prevenir la diabetes
Incorporando algunas simples medidas relacionadas con el estilo de vida puedes prevenir la diabetes o retrasar su aparición:
- Alimentación saludable: se aconseja incluir alimentos con un bajo índice glucémico (una medida que indica la rapidez con que un alimento puede elevar el nivel de azúcar en sangre), ricos en minerales, vitaminas, fibra y antioxidantes, a la vez que bajos en carbohidratos. Prueba con manzanas, frutos del bosque, kiwis, uvas, brócoli, kale, legumbres, pescados, y semillas. También se aconseja evitar los productos azucarados, refinados, salados o procesados.
- Evitar el consumo de tabaco: la nicotina y ciertas sustancias químicas que encontramos en los cigarrillos pueden dañar las células, causar inflamación, afectar la respuesta a la insulina y aumentar el riesgo de incrementar la grasa abdominal. Todos estos son factores de riesgo de la diabetes tipo 2.
- Realizar actividad física: el ejercicio cumple una doble función para prevenir la diabetes tipo 2, ya que aumenta el consumo de glucosa por parte del organismo, a la vez que estimula las fibras musculares, favoreciendo el transporte de azúcar al interior de las células. Aunque todo tipo de movimiento se muestra positivo al momento de prevenir la diabetes tipo 2, los mayores beneficios se ven en actividades de intensidad moderada.
- Tener un peso saludable: el sobrepeso, especialmente cuando se distribuye en la zona abdominal, aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Los especialistas aconsejan perder peso, no recuperarlo y mantenerlo a largo plazo. Esto también provee protección contra otros tipos de problemas o trastornos para la salud.
Para recordar:
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado.
No abandones ni modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o complementarias.
Recuerda, las propiedades medicinales de las hierbas y suplementos también pueden interactuar con los fármacos recetados, con otras hierbas y suplementos, e incluso alterar tu dieta.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, Clínica Mayo, Organización Mundial de la Salud.