A dos años del momento en el que el mundo escuchó por primera vez sobre un virus hasta entonces desconocido, la pandemia de COVID-19 parece estar lejos de terminar. Aunque se ha avanzado dramáticamente en la comprensión de la infección, las terapias y, por supuesto, con las vacunas, las nuevas variantes del coronavirus que causa la enfermedad siguen desafiando a los logros científicos.
De alguna manera, la aparición de omicron, una variante súper contagiosa que apenas en días se registró en los cinco continentes y que ya es la dominante en los Estados Unidos (73% de los nuevos casos), rompió el sueño de usar la palabra "fin" en los titulares periodísticos. ¿Qué pasará en 2022? Los expertos dibujan un mundo que ya es diferente y que tal vez tenga que lidiar con el coronavirus de manera endémica (en palabras simples, cuando un gérmen no es erradicable).
Casos y muertes por COVID en el mundo (MONITOR DE LA OMS)
A septiembre de 2021, el mundo ya contaba con al menos 17 vacunas contra COVID-19, y hay 300 potenciales opciones en etapa de ensayos clínicos y pre clínicos. Para esa fecha, se habían administrado 5.4 mil millones de dosis, indica un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El documento de la OMS, una visión estratégica de acción contra COVID-19 para 2022, es extenso y complejo pero resalta algo simple de entender: la crítica necesidad de coordinar la administración de vacunas, ya que si continúa la enorme brecha entre las regiones ricas vacunadas y las pobres que no, va a ser extremadamente difícil acorralar al virus.
Esta inequidad en la inmunización no ocurre solo a nivel global, sino a nivel de países, estados y condados. Y no siempre está relacionada con la falta de acceso a las vacunas sino con la politización de la salud pública y de la inmunización.
Estados Unidos es un ejemplo. Estados como Massachussetts tienen tasas de vacunación de más del 80% en adultos de 18 a 64 años, y en otros como Carolina del Sur solo el 56.9% de esa franja de edad está inmunizada. Y la diferencia está relacionada con el color político que domina el estado, no con el acceso.
Ahora bien, a nivel de grupos poblaciones, sí se revela un problema de equidad vinculado al acceso y a la desinformación: el total de hispanos vacunados van desde el 35% al 75%, dependiendo del estado.
En Latinoamérica y el Caribe, hacia mediados de diciembre el 55% de la población estaba completamente vacunada, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Pero al poner la lupa por países y regiones, la distribución de la vacuna contra COVID no ha sido equitativa.
En la región, hasta el momento los cinco países con mejores porcentajes de personas vacunadas son Chile, Uruguay y Argentina; y los que están muy atrasados en el proceso de inmunización son Bolivia, Paraguay y Nicaragua.
Uruguay y Chile son los países que han administrado más dosis de refuerzo de la vacuna contra COVID-19.
La OMS resalta que para que realmente se pueda frenar al virus, el mundo tiene que coordinarse. Una tarea titánica, claro, pero no imposible.
"La adopción de planes con un enfoque exclusivamente nacional, que ignoren la naturaleza global de la pandemia socava los esfuerzos para limitar la propagación del virus", indica el documento de la OMS.
Resalta que esta falta de coordinación entre países enviará señales débiles a los inversores y fabricantes de medicamentos, y afectará la disponibilidad futura de recursos para investigación y desarrollo, fabricación, compra y entrega de vacunas. Estableciendo objetivos sin coordinación también se corre el riesgo de aumentar aún más las desigualdades en la atención de salud, con consecuencias sociales y económicas para todos los países.
A partir de una lectura de estudios científicos y opiniones médicas, estos son algunos de los posibles escenarios para 2022:
La pandemia podría pasar a ser endemia, y estacional. Una pandemia es cuando un nuevo gérmen se disemina por todo el mundo. Una pandemia es cuando hay un brote que se logra controlar y termina. Una endemia es cuando un microorganismo llega para quedarse y hay que desarrollar estrategias para controlarlo, que pueden tener que ir modificándose con el tiempo. Expertos creen que COVID-19 se transformará en una infección endémica, estacional como la gripe, y que seguramente las vacunas tendrán que ir adaptándose a las mutaciones del virus.
Expertos en salud pública creen que podría ser como el virus de la gripe, que genera entre 410,000 y 740,000 hospitalizaciones anuales y mata a 62,000 personas al año en los Estados Unidos.
Se podría necesitar un refuerzo anual de la vacuna. Si el virus se vuelve estacional, con picos durante los meses fríos, es posible que se necesite un refuerzo cada año, también como en el caso de la gripe, para poder estar protegido de nuevas variantes del coronavirus.
El uso de máscara podría volverse algo común. Las máscaras o cubrebocas podrían verse con frecuencia, incluso si termina la pandemia. Si el virus se convierte en estacional, podría ocurrir que fuera una norma usarlas en espacios cerrados durante los meses de mayor circulación del coronavirus.
Mayor producción y acceso a pruebas caseras. Cuando se puedan controlar los picos en los que el virus circula con más fuerza, se podrá balancear la escasez de pruebas y estas estarán más al alcance de la mano de los consumidores. Una propuesta de la administración Biden es que las aseguradoras de salud reembolsen por el costo de estos tests.