En muchas de nuestras acciones cotidianas somos solidarios: cedemos el asiento del autobús a un anciano, dejamos propinas al mozo del bar, y muchas veces lo único que recibimos es una sonrisa a cambio o un simple “gracias”.
Se sabe que ser bondadoso mejora nuestra salud mental, nos produce bienestar, baja la presión arterial y aleja el estrés, pero poco se sabe acerca de por qué lo hacemos.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU. halló que la solidaridad es contagiosa, y que depende más de las personas que te rodean que de ti mismo.
Los científicos que estudiaron a los cazadores-recolectores de una tribu de Hadza en Tanzania durante 6 años, dieron a conocer esta nueva y sorprendente idea de por qué las personas son bondadosas.
Ellos observaron que los integrantes de Hadza generalmente están dispuestos a compartir. Pero eso no significa que siempre lo hagan. De hecho, si un individuo en particular compartirá generosamente algo, depende poco de él en particular y mucho del grupo con el que convive, según los investigadores.
Una virtud que se replica
"Analizamos año tras año la disposición a compartir con otros grupos organizados en residencias o campamentos, y observamos que las personas vivían con otras personas que eran similares a ellos en niveles de generosidad" dijo el autor principal, Coren Apicella, de la Universidad de Pensilvania.
"También encontramos que no es que las personas preferían vivir con personas más cooperativas, sino que la voluntad individual de compartir cambiaba para coincidir con sus compañeros actuales", agregó Kristopher Smith, coautor del estudio. Es importante destacar que esas tendencias persistieron incluso cuando la gente cambiaba de compañeros de campamento cada dos meses, agregó.
Los resultados del estudio –publicados en Current Biology- muestran que compartimos para adaptarnos, y que la generosidad individual sigue las normas y el comportamiento del grupo.
Los investigadores, estaban particularmente interesados en explorar la cooperación en los Hazda, para saber cómo se instaló la conducta se ser generosos en la evolución humana. "Los Hadza son una de las últimas poblaciones que quedan en el planeta que viven de forma similar a cómo vivieron nuestros antepasados durante millones de años y ofrecen una idea de cómo evolucionó la cooperación" dijeron los científicos.
El contagio de la bondad
Al explorar a los integrantes de las tribus Hazda, los científicos encontraron que en algunos campamentos, la gente era más generosa que en otros. Y a través de juegos simples, midieron su comportamiento y deseo de compartir en diferentes agrupaciones, y cambiando a personas en los grupos, mientras analizaban su conducta a los largo de 6 años.
"En una población aleatoria, esperaría que todos los campamentos fueran generosos en forma similar" dijo Smith, pero no fue así.
"Nos sorprendió descubrir que las personas no tienen una tendencia innata a cooperar y, en cambio, sí son influenciadas por quienes los rodean" dijeron los autores.
Los hallazgos resaltan la naturaleza flexible de la cooperación humana: de manera más general, muestran que la generosidad puede ser contagiosa.
"Si te encuentras rodeado de personas egoístas, no necesariamente tienes que encontrar un nuevo grupo: si eres generoso, también puedes hacer que los demás lo sean", dijo el autor principal del estudio.
Más para leer sobre la generosidad