De forma gradual, el ser humano transformó la música en un lenguaje. Creó canciones para transmitir mensajes, contar historias, recrear sentimientos y sin advertirlo coordinó simultáneamente cognición, emoción, comunicación para desencadenar procesos biológicos transformadores que permiten la estimulación de recuerdos, los estados de ánimo, la integración social, el bienestar físico, mental y emocional.
Es tan influyente la música en el ser humano que la ciencia ya ha demostrado que escuchar melodías agradables no solo modifica tu estado de ánimo, sino que puede tener una influencia muy positiva en el desarrollo cognitivo humano, en el estímulo de la inteligencia e incluso en la salud, porque reduce el estrés, el insomnio, la depresión, calma el dolor y mejora la inmunidad.
Por su efecto sobre las emociones, la experiencia musical provoca la participación de numerosas estructuras cerebrales relacionadas con la motivación y la emoción. Otros procesos cognitivos, como la atención, el aprendizaje y el pensamiento, también tienen su participación en ello.
El ser humano escucha música desde la cuna o incluso antes, en el período de gestación. Los bebés, en los primeros meses de vida, tienen la capacidad de responder a melodías antes que a una comunicación verbal de sus padres. Los sonidos musicales los relajan. Niños prematuros que no pueden dormir superan esa dificultad con los latidos de la madre o sonidos que los imitan.
Placer para la vida
La música está considerada uno de los elementos que causan más placer en la vida. Libera dopamina en el cerebro como también lo hacen la comida, el sexo y las drogas. Todos ellos son estímulos que dependen de un circuito cerebral subcortical en el sistema límbico, es decir, aquel sistema formado por estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.
Uno de los fundadores del laboratorio de investigación Brain, Music and Sound [cerebro, música y sonido], en Canadá, el científico Robert Zatorre describe así los mecanismos neuronales de percepción musical: una vez que los sonidos impactan en el oído, se transmiten al tronco cerebral y de ahí a la corteza auditiva primaria; estos impulsos viajan a redes distribuidas del cerebro importantes para la percepción musical, pero también para el almacenamiento de la música ya escuchada; la respuesta cerebral a los sonidos está condicionada por lo que se ha escuchado anteriormente, dado que el cerebro tiene una base de datos almacenada y proporcionada por todas las melodías conocidas.
Soluciones innovadoras
Otro hallazgo reciente apunta a que escuchar música alegre alimenta la creatividad y puede ayudar a generar más soluciones innovadoras en comparación con no oír nada, según un estudio.
Un equipo encabezado por Simone Ritter, de la Universidad Radboud de los Países Bajos y Sam Ferguson de la Tecnología de Sydney (Australia), investigó el efecto de la música en la cognición y la creatividad, una cualidad que permite hallar soluciones innovadoras para una amplia gama de problemas y llegar a nuevas ideas.
Los científicos contaron para su investigación con 155 participantes que fueron divididos en cuatro grupos experimentales, cada uno de los cuales escuchaba un tipo de música (tranquila, alegre, triste o ansiosa), dependiendo de su valencia emocional (positiva o negativa) y excitación (alta o baja), mientras que un grupo de control escuchaba el silencio. Una vez que empezaba la música, los participantes realizaban tareas cognitivas que ponían a prueba su pensamiento creativo.
A los participantes que presentaron las soluciones más originales y útiles a una tarea se les dio una mayor puntuación de creatividad divergente, y a quienes presentaron la mejor solución posible se les dio una mayor puntuación en la creatividad convergente.
De este modo, los investigadores descubrieron que escuchar música alegre, definida como “música clásica con valencia positiva y alta en excitación”, fomenta el pensamiento creativo más divergente en comparación con el silencio, asegura el artículo científico.
Los autores sugieren, además, que las variables de la música alegre pueden aumentar la flexibilidad de pensamiento, de modo que el participante puede considerar soluciones que no se les hubieran ocurrido tan fácilmente de realizar la tarea en silencio.
“Este estudio demuestra que la cognición creativa puede mejorar con la música”, asegura el estudio, cuyos autores proponen explorar ahora cómo diferentes sonidos ambientales pueden afectar la creatividad dependiendo del origen cultural, edad o niveles de experiencia musical de las personas.
La investigación demuestra que escuchar música promueve el pensamiento creativo de manera económica y eficiente en diversos entornos científicos, educativos y organizativos, según los autores.
Musicoterapia para el cuerpo y el alma
La salud física también se beneficia de la música. Las melodías ayudan a evitar el avance de distintas condiciones médicas. La musicoterapia, a través de la utilización clínica de la música, busca activar procesos fisiológicos y emocionales que permiten estimular funciones disminuidas o deterioradas y realzar tratamientos convencionales. Se han observado importantes resultados en pacientes con trastornos del movimiento, dificultad en el habla producto de un accidente cerebrovascular, demencias, trastornos neurológicos y en niños con capacidades especiales, entre otros.
La música puede ser una herramienta poderosa en el tratamiento de trastornos cerebrales y lesiones adquiridas ayudando a los pacientes a recuperar habilidades lingüísticas y motrices, ya que activa a casi todas las regiones del cerebro. Estudios de neuroimagen muestran que tanto al escuchar como al hacer música se estimulan conexiones en una amplia franja de regiones cerebrales normalmente involucradas en la emoción, la recompensa, la cognición, la sensación y el movimiento, refiere un estudio de Facundo Manes, neurólogo y neurocientífico, PhD in Sciences, Cambridge University.
Facundo Manes.