La dopamina es un neurotransmisor. Normalmente, el cerebro libera la dopamina en determinados circuitos, en respuesta a posibles recompensas, como el olor de comida rica u otras gratificaciones. Después, la dopamina se recicla en la célula que la liberó, apagando la señal entre las células nerviosas.
Lo que sucede con algunas drogas, como la cocaína, es que evita que la dopamina se recicle en el cerebro, causando la acumulación de cantidades excesivas entre las células nerviosas. Esta inundación de dopamina interrumpe las comunicaciones normales del cerebro, informa el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (NIH).
¿Cuál es su rol principal?
Los neurocientíficos están empezando a comprender el funcionamiento motivacional de la dopamina, el neurotransmisor cuya ausencia disminuye el impulso por hacer cosas y perjudica el control motor. Un equipo del Howard Hughes Medical Institute de Seattle, realizó una investigación que sugiere que, al menos en ratones, el aprendizaje a través de las recompensas es posible sin la dopamina, pero la cosa no termina ahí.
Ellos estudiaron a ratones genéticamente modificados para desentrañar el impacto de la dopamina en aspectos diferentes del sistema motivacional: querer, agradar y aprender. Al utilizar la tecnología para desactivar la producción de dopamina y ver qué sucedía, descubrieron que los ratones no necesitaban dopamina para conectar su comportamiento con las recompensas o para encontrar las recompensas satisfactorias.
Sin embargo, con y sin dopamina no se obtuvieron los mismos resultados. El neurocientífico Kent Berridge, de la Universidad de Michigan, dijo que aunque se puede aprender sin dopamina: "la dopamina es necesaria después para utilizar la información ya aprendida en generar un rendimiento exitoso y estar motivados".
La dopamina sirve para movilizar el comportamiento hacia un objetivo en particular, que en los humanos a menudo va acompañado de lo que describimos como "querer" (deseo).
El alcance y la importancia de la dopamina son tan amplios, que hay enfermedades especialmente relacionadas con las deficiencias de dopamina, como el Parkinson y la esquizofrenia, y además, este neurotransmisor es clave en el comportamiento adictivo de las personas.
Es clave en la personalidad
Un psicólogo clínico de la Cornell University ha demostrado en un estudio y por primera vez, cómo el neurotransmisor dopamina afecta a un tipo de felicidad, a un rasgo de la personalidad y a la memoria de trabajo a corto plazo.
"Un rasgo de personalidad en los humanos es lo sensibles que somos ante los incentivos y las recompensas", dijo Richard Depue, especialista de esa universidad. "Algunos de nosotros estamos motivados por las señales de incentivo-recompensa y perseguimos objetivos, y otros no".
Una de las principales razones de la diferencia, argumenta, está relacionada con diferentes niveles de respuesta a la dopamina. A partir de una serie de experimentos con humanos, Depue concluyó que la dopamina está fuertemente relacionada con el rasgo de "emocionalidad positiva".
Mas dopamina ¿más felicidad?
Cuanto mayor sea el nivel de dopamina, o la capacidad de respuesta del cerebro a la dopamina, es más probable que una persona sea más sensible a los incentivos y a las recompensas. "Cuando nuestro sistema de dopamina se activa, somos más positivos, entusiastas y con ganas de ir tras objetivos o recompensas, como alimentos, sexo, dinero, educación o logros profesionales", dijo Depue.
"Tenemos una fuerte evidencia de que la sensación de estar eufórico y emocionado cuando uno va hacia el logro de un objetivo importante, se basa en la bioquímica, aunque también puede estar influenciada por la experiencia", dijo Depue, quien publicó sus hallazgos en el Journal of Personality and Social Psychology y en otras revistas científicas.
Al comprender mejor el papel de la dopamina en los humanos y cómo los tipos de temperamento y los rasgos de temperamento pueden ser manejados bioquímicamente, podemos trabajar sobre la personalidad y ayudar en los trastornos psicológicos, sugiere Depue.
También señaló que algunas investigaciones hallaron que los niveles bajos de serotonina, que pueden provocar irritabilidad y emociones volátiles, además pueden hacer que las personas respondan mejor a la dopamina. Éstas pueden ser más susceptibles a las drogas que activan la dopamina, como la cocaína, al alcohol, las anfetaminas y, en menor medida, a los opiáceos y la nicotina.
Una teoría es que los diferentes receptores de dopamina en el cerebro pueden estar relacionados con diferentes tipos de abuso y que las personas que tienen un funcionamiento de la dopamina particularmente bajo, pueden ser más susceptibles a la depresión y la enfermedad de Parkinson.