Para desmitificar la creencia de que el uso del sostén puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de seno, un estudio investigó a varias pacientes que ya padecían tumores. Las mismas revelaron el tipo de prenda que usaban, cuántas horas al día y desde qué edad, y así lograron determinar que no fueron estas causas las que habrían causado la enfermedad.
Hay muchas personas que sostienen que usar corpiño durante varias horas al día puede aumentar el riesgo de contraer cáncer de seno porque comprime la zona circundante a las mamas. Esto provocaría un bloqueo linfático capaz de aumentar la concentración de toxinas en los tejidos, y así promover la formación de tumores cancerígenos y otros problemas de salud.
Ya sea que suene creíble o no, muchos se preguntan si esto puede ser posible. Según explica un artículo de la Sociedad Americana del Cáncer, la confusión puede haberse originado con el libro Vestida para matar, la relación entre el cáncer de seno y los sostenes, de Sydney Ross Singer y Soma Grismaijer.
Los autores, una pareja de antropólogos, habrían sacado sus conclusiones sin respetar estándares de investigación epidemiológica. Tampoco consideraron variables como la fisiología y patología de los senos, donde es más habitual que las mujeres son sobrepeso o senos generosos usen sostén en forma casi permanente. Sin embargo, esto no las coloca en el rango con mayor incidencia de la enfermedad, según señala la entidad.
Ante tantas incógnitas, un estudio reciente parece haber traído algunas respuestas. Según explica Lu Chen, del departamento de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Washington, se suponía que el cáncer de mama era más común en países desarrollados , donde es más habitual el uso de sostén.
Para probar la veracidad de esta teoría, se realizó una investigación en la que participaron 454 mujeres con carcinoma invasivo ductal (IDC) y otras 590 con carcinoma invasivo lobular (ILC), los dos tipos de cáncer de seno más común. Todas las voluntarias eran postmenopáusicas de entre 55 y 74 años, y participaron junto con otras 469 mujeres “de control”, de entre 55 y 74 años que no padecían la enfermedad.
Los investigadores quisieron conocer detalles de su salud y del uso y tipo de sostén utilizado. Las preguntas buscaban saber a qué edad habían empezado a usarlo, el tamaño de la taza y contorno de espalda, cuántas horas por día lo usaban, el tipo o modelo de prenda (incluido el de aro metálico) y si estos hábitos habían cambiado en alguna etapa de su vida.
Estos aspectos no se pudieron relacionar con un aumento del riesgo de cáncer, para ninguno de los dos tipos de tumores. Por eso los hallazgos, publicados en el journal Epidemiología del Cáncer, aseveran que las mujeres postmenopáusicas que usan sostén no parecen tener más riesgo de desarrollar cáncer de seno que las que no lo usan.
Según la doctora Susan Love, de la fundación de investigación que lleva su nombre, el mito del sostén y el cáncer podría venir de la frustración que implica no conocer las causas. Así se espera que vengan de un factor externo que ellas mismas puedan controlar. Pero sin duda "la respuesta secreta no es el sostén", concluye.